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Las reformas de Clístenes y la democracia ateniense

Análisis de los puntos fundamentales de la reforma que condujo a Atenas a la democracia plena

La reforma de Clístenes


Tras la caída de la dinastía de los pisistrátidas, Clístenes (570-507 a.C.) fue elegido arconte con el encargo de redactar una nueva constitución democrática capaz de recuperar el equilibro social. El elemento central de su rediseño descansó sobre el ideal de isonomía, es decir, sobre la idea de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley por encima de la sangre y, en este caso, también de la fortuna.








Para llevar a la práctica este ideal, Clístenes debía romper, en primer lugar, con la vinculación establecida en las reformas anteriores, entre de los derechos ciudadanía y el nivel de renta. Con este objetivo inició una remodelación de la organización social de Atenas ordenando la disolución de las antiguas cuatro tribus basadas en la renta de los medimnos y la creación de diez nuevas tribus basadas, exclusivamente en la región de residencia de los ciudadanos.

Los territorios del Ática habían estado tradicionalmente divididos en dos grandes secciones: la ciudad (ἄστυ) situada en torno a la acrópolis, en la que se concentraba la población urbana y a la que pertenecía también la zona de comercio portuario del Pireo; y la chora (χώρα), en la que vivían la mayor parte de los atenienses, que comprendía los territorios rurales periféricos que rodeaban a la ciudad y en la que se extendían las posesiones de la aristocracia agraria. Con la reforma de Clístenes esta región fue separada en dos zonas, la costa (Paralia) y el interior (Mesogea).

Cada una de estas tres regiones fue, a su vez, subdividida en 10 tritías o tercios – que comprendían un número variable de pequeños municipios conocidos como demos. Tomando una tritía de cada región se formó una tribu. De este modo, la población ateniense pasó a organizarse bajo 10 tribus que, a pesar de su nombre, no implicaban ningún tipo de relación de sangre entre sus miembros sino la simple reunión bajo un núcleo administrativo de un conjunto de ciudadanos de orígenes diversos.

Es decir, con el fin de crear el mayor grado de diversidad posible de representación entre los magistrados designados por cada tribu, Clístenes impidió que la totalidad de sus miembros procedieran de una misma zona geográfica del ática y obligó por ley que cada tribu tuviera ciudadanos de cada una de las tres regiones. De este modo, cada uno de los diez núcleos de representación política mezclaban nobles, artesanos, marinos y agricultores, de tal forma que ninguna tribu podía concentrarse en la defensa de los intereses específicos de una clase social concreta. Ya no existirán regiones ricas en Atenas cuyos representantes podrían imponerse a las zonas más pobres en la asamblea, sino que todos estaban ahora irremediablemente unidos bajo distritos electorales mixtos. Para tomar decisiones, los ricos debían entenderse con los pobres y designar en conjunto a sus representantes.

Tal fue la importancia que Clístenes vio en la necesidad de romper la tradición de la sangre que incluso llegó a prohibir la antigua costumbre de usar el nombre del padre y obligó los ciudadanos a mencionar en su lugar, el de su demo a la hora de identificarse. De ahí que conozcamos a Sócrates como Sócrates del de Alopece.


“(…) primeramente dividió́ a todos en diez tribus en lugar de las cuatro, con la intención de mezclarlos, para que participase mayor número en el gobierno. Por eso se dice que no atiendan a las tribus los que quieran investigar los linajes. (…) Dividió́ también el país por demos, en treinta partes, diez de los alrededores de la ciudad, diez de la costa y diez del interior (…) e hizo conciudadanos de demo a los que habitaban en cada uno, para que no quedaran en evidencia los nuevos ciudadanos al llevar el nombre de familia, sino que llevasen el nombre de los demos; por eso los atenienses se llaman todavía a sí mismos por los demos.”



La reforma de Clístenes, sin embargo, no significó solamente una trasnformación a nivel político y electoral sino que representó una profunda conmoción en las raíces de la tradición religiosa de los atenienses. Hasta entonces, los derechos y privilegios de la aristocracia habían estado sustentados sobre el supuesto su parentescocon héroes y dioses importantes de Atenas. Su puesto en la cima del escalafón social era justificado, concretamente, como una concesión del mismo Teseo -rey mitológico fundador de Atenas e hijo de Poseidón- quien habría concedido derechos religiosos, políticos y militares especiales a los conocidos como eupátridas “los bien nacidos” o “los de padres buenos” como jefes y sacerdotes, hereditarios, de las de la tribus. Toda decisión era tomada por el consejo formado por la nobleza, divinamente apuntalada, sin que las clases de linaje impuro pudireran participar en las decisiones sobre el futuro de la ciudad.

Con la reforma de Clístenes la religión y la tradición fueron desplazadas del corazón de la política y sus explicaciones sobre el orden y la jerarquía social dejaron de tenerse en cuenta para dar lugar a un sistema en el que se primaban los intereses de los hombres y no los de los dioses.


La nueva organización de Clístenes lograba desvincular por primera vez y de forma eficiente tanto la nobleza de sangre como la riqueza, del derecho a representación política porque no sólo rompió los privilegios de la aristocracia sino que disolvió los pricipios timocráticos que sustentaban las reformas anteriores.




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