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¿Qué son los valores? El bien y el mal en ética

Actualizado: 12 mar 2021

Uno de los ejes vertebrados de la ética es la reflexión en torno al fundamento y la naturaleza de los valores. ¿Qué son el bien y el mal en sentido ético? ¿De dónde provienen y cómo están construidos estos valores?



LOS VALORES: EL BIEN Y EL MAL


La ética, con su profunda aspiración universal, es una actividad que consiste fundamentalmente en juzgar, en enjuiciar el carácter de las acciones. Este valorar consiste nada menos que en señalar el carácter de bueno y malo de una determinada acción.

La pregunta por el significado de los términos “bueno” y malo pertenece a las cuestiones más antiguas de la filosofía. Por ello, la hora de acercarse a estos dos términos tan importantes, cuyo análisis produce vértigo, es necesario distinguir, como primera aproximación dos usos:


Es decir, para iniciar nuestro camino de aproximación comencemos a preguntarnos en qué tipo de situaciones solemos usar las palabras “bueno/malo”.

Por ejemplo:


Es bueno para ti que guardes reposo tres días para curarte”


"El chocolate es bueno"


“Es bueno ser justo”


 

Antes de continuar con nuestro estudio acerca de los valores, si estás interesado en cuestiones relacionadas con el comportamiento humano, los resortes de la acción y el análisis ético, te recomendamos este magnífico curso online en el que se aborda la visión de los tres más importantes e influyentes pensadores que han desarrollado su obra intelectual en torno al problema de la voluntad, la consciencia y la libertad.


¡Una verdadera joya que no puedes perderte!


A continuación podrás ver en abierto un fragmento del curso dedicado precisamente al estudio de los valores.




 


En el primer caso, el término bueno significa “bueno o útil para alguien en un determinado sentido y en un determinado momento” de tal forma que la misma cosa, en este caso el descanso, puede ser, bajo diversos aspectos,buena o mala para la misma persona. Hacer horas extras es bueno para la economía de uno pero malo para la salud… Este tipo de cosas, que siendo las mismas, pueden ser a veces malas y a veces buenas nos indican que no estamos tratando con valores éticos.


Los valores éticos tienen la forma de la tercera frase en la cual no cabe la circunstancialidad. ¿Hay algún caso en el que no sea bueno ser justo?

Así, la palabra “bueno” también se usa en un sentido absoluto, es decir, sin añadir un “para” o “en un determinado sentido.” Mientras que en el primer caso estamos en el ámbito de acción de la medicina, en el segundo entre los gustos, en el tercero estamos en el ámbito de cuestiones de carácter puramente filosófico.


Hay un primer problema que muestran las cuestiones filosóficas de tipo ético que no presentan las cuestiones, médicas, y es que frente a la duda de si para curar la gripe es verdadero o no recomendar reposo, duda que se puede resolver mediante la observación y la aplicación del método científico. Los problemas éticos permanecen siempre abiertos sin que nadie les pueda dar una solución definitiva y satisfactoria como en el caso de la gripe. Lo que ocurre es que parece que las proposiciones de la ética no son susceptibles de verdad.

Si estamos en el campo de lo que es “Bueno para Juan desde el punto de vista de la salud” o “desde el punto de vista de cómo invertir mejor su dinero” se pueden hacer razonamientos de validez general, pero cuando la palabra bueno se toma en sentido absoluto, las afirmaciones se vuelven relativas y cada vez más dependientes del ámbito cultural, de la época, de estrato social o del carácter de la persona que usa la palabra “BUENO”.


Es decir, siempre que pretendemos dar universalidad nuestros valores morales contestamos de forma relativista. ¿Curioso verdad? No tenemos decir que para todo el mundo es bueno hacer deporte y cuidar su dieta, pero nos cuidamos muchísimo en hacer sentencias universales cuando se trata de ética.



 

EL ORIGEN DE LA ÉTICA:

LA GRECIA CLÁSICA


Muchas veces cuando personas poco conocedoras del pensamiento filosófico clásico griego se acercan a la ética, piensan que este pueblo construyó su visión filosófica del asunto sobre una especie de ignorancia de la diversidad. En hecho de que los sistemas éticos normativos son, en gran medida, dependientes de la cultura no es algo que desconocieran los griegos sino todo lo contrario. De hecho, la reflexión racional y filosófica sobre la cuestión de lo bueno y lo malo con validez universal comenzó, precisamente con el encuentro por parte de los griegos de todo un conjunto de pueblos que pensaban de forma completamente contraria a ellos debido a su desarrollo económico.


Ante las noticias de las costumbres griegas, babilonias o egipcias los griegos no se contentaron con tomar esto como algo sencillamente absurdo, despreciable o primitivo sino que algunos de ellos, los filósofos, comenzaron a buscar una medida o regla con la que medirlas distintas maneras de vivir y los diversos comportamientos a través de la diversidad innegable.


Por tanto, desde el comienzo, la ética tiene en su centro el problema de la diversidad y la aspiración la universalidad. No es algo que surja a posteriori ni tampoco una solución a los dilemas éticos, como veremos más adelante, decir “que cada uno haga lo que quiera”.


Por tanto, curiosamente y lejos de lo que nos podría parecer en principio, la búsqueda de una medida, de una norma universalmente válida de conducta, del bien y el mal universal brota precisamente de la diversidad de los sistemas morales, hecho que nos hace ver que la diversidad no constituye un argumento en contra de la búsqueda ética.



 


¿QUÉ NOS LLEVA A BUSCAR LA ÉTICA?


Pero qué es lo que espolea esta búsqueda y nos lleva a aceptar que las palabras bueno y malo, bien y mal tienen no sólo un sentido absoluto sino un significado universalmente válido. Curiosamente, no se trata de una suposición o de tener que aceptar algo después de un largo razonamiento, sino que se trata de un conocimiento casi espontáneo que todos poseemos, que todos tenemos muy claro mientras no reflexionemos mucho sobre ello.


De hecho, una cuidadosa perspectiva histórica nos hace ver que las coincidencias en las ideas morales de las distintas épocas son mayores de lo que comúnmente se cree. De hecho es ello mismo lo que nos permite desarrollar un curso en el que podemos hablar y aprender de Aristóteles, Kant y Stuart Mill.

Lo que ocurres es que habitualmente estamos sometidos a un error de óptica o a falta de datos. Las diferencias nos llaman más la atención porque las coincidencias son evidentes. Nos hace más gracia subrayar el canibalismo o la ablación, porque lo demás al ser ordinario no nos llámala atención. No obstante, en casi todas las culturas que conocemos existen deberes de los padres para los hijos y delos hijos para los padres. Por doquier se ve la gratitud como un valor, o la generosidad y se desprecia al egoísta.


Casi universalmente rige la imparcialidad como una virtud del juez o el valor como una virtud del guerrero.

Estas diferencias y estas coincidencias son las que nos obligan a preguntarnos por la existencia de un criterio o medida para juzgar. En nuestra época la respuesta casi automática que todos damos a esta pregunta está basada en el “relativismo moral “según el cual, de forma resumida, cada uno puede hacerlo que le plazca y dirigir su vida como mejor quiera. No obstante, para entender las éticas clásicas que vamos a ver en el curso hemos de entender que durante gran parte de la historia de la humanidad, incluido hoy en día, el relativismo moral absoluto ha sido inaceptable y ello por razones muy poderosas. Vamos a analizar unas cuantas, pero, para mí la más importante es aquella según la cual un relativista moral absoluto se niega a juzgar actos de otras culturas abandonado al dolor a miles de personas. Hay que cargar con la consecuencia de posicionarse, pero no hacerlo no le deja a uno las manos limpias en absoluto.




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