¿De qué época datan las copias más antiguas de los diálogos platónicos?
Una de las razones fundamentales que explican la enorme influencia del pensamiento platónico a lo largo de toda la historia de la cultura occidental radica en un hecho simple pero capital: Platón es el único filósofo de la antigüedad del cual se conservan íntegras todas sus obras. Este hecho es completamente único e insólito en el tortuoso viaje que los textos de la antigüedad han tenido que recorrer a lo largo de más de dos milenios. Pérdidas, abandonos, quemas deliberadas de libros, el simple paso del tiempo, la destrucción de las grandes bibliotecas, el cambio en los intereses intelectuales, políticos y religiosos, guerras, plagas, desastres naturales, todo tipo de avatares y amenazas han hecho que solo haya llegado hasta la actualidad en torno al 5% de la producción intelectual de la Grecia antigua. Esta suma incluye no solo la filosofía, sino también la literatura, la poesía, la historia, los tratados de matemáticas, arquitectura, ingeniería o medicina creados por los griegos. Dentro de este ínfimo 5%, Platón es el único autor que no solo ha logrado llegar hasta nuestros días, sino que ha conseguido salvar su obra completa.
Antes de continuar con nuestro estudio de la filosofía de Platón, no te puedes perder los cursos online del
En nuestro canal de Youtube podrás ver cientos de clases de filosofía en abierto y conocer toda la belleza del pensamiento filosófico. A continuación, te dejamos el link a la sesión dedicada los manuscritos más antiguos de Platón:
Pero, ¿cómo se está seguro de esto? ¿Cómo pueden afirmar los historiadores de la filosofía, con tanta seguridad, que no se ha perdido nada de la obra de Platón? Estas afirmaciones son el resultado del trabajo de varias generaciones de filólogos que, comenzando con los primeros estudiosos alemanes de finales del siglo XVIII, iniciaron un minucioso y tortuoso trabajo de recuperación de todos los textos conocidos de la producción intelectual griega, rastreando las obras conservadas de la antigüedad hasta la labor de los especialistas contemporáneos que, dotados de las más avanzadas tecnologías y apoyándose en los nuevos descubrimientos arqueológicos, siguen trabajando para completar nuestro escaso pero valioso legado de textos antiguos.
En esta compleja búsqueda, Platón parece ser el único pensador del cual no se han encontrado pistas de nada perdido. El método fundamental que ha sido empleado por los equipos de filólogos e historiadores en el caso de la obra de Platón ha sido el de examinar todos los textos antiguos conservados, los más cercanos posibles a Platón, en los que se hacen referencias a la lista de sus obras.
Platón fue extremadamente popular en el periodo clásico, helenístico, romano, durante la Edad Media, el Renacimiento y la primera parte de la modernidad, por lo que existe un gran número de historiadores y filósofos en estas épocas que mencionan, citan y se refieren a su obra. Teniendo en cuenta todas estas referencias, no hay ni una sola obra de la que hablen los antiguos que no haya llegado hasta nosotros. Es decir, no hay ningún título de diálogo atribuido a Platón que no se conserve hoy en día.
Esto no ocurre con ningún otro pensador de la Antigüedad. A Aristóteles, por ejemplo, se le atribuyen, además de los tratados que hoy se conocen, una buena lista de diálogos parecidos a los de su maestro, cuyos títulos y referencias se conservan, pero no ha llegado hasta nosotros ninguno. Prácticamente ninguna línea de estos diálogos aristotélicos se ha preservado. Lo mismo ocurre con las obras de los presocráticos, de los cuales solo se conservan sus títulos y, en los casos más afortunados, algunos fragmentos. Después de Platón, sucede lo mismo; la obra conservada de Epicuro son apenas unas páginas. En fin, la norma general es que todo o casi todo se haya perdido... todo, excepto Platón.
Por tanto, la primera razón del enorme éxito de este filósofo en la historia de la filosofía occidental radica en el simple hecho de que decenas de generaciones han podido disfrutar de su obra completa. Han podido leerla, comentarla, interpretarla, asimilarla, inspirarse en ella, hacerla parte de su universo cultural.
Platón forma parte de los cimientos antiguos de nuestra cultura. Es parte de la tierra sobre la que han germinado y crecido nuestras artes y ciencias, y constituye un enorme porcentaje del sustrato silencioso de gran parte de nuestra visión del mundo, desde el sentido de las matemáticas hasta nuestra visión de la verdad, la belleza o la muerte. Lo más interesante es que Platón está silenciosamente en la base de muchas ideas que suelen considerarse como “intuiciones de sentido común”, verdades evidentes que, en realidad, son herencias de sus mitos, reflexiones y teorías, ideas culturalmente construidas y asimiladas que, al estar tan profundamente enterradas en los orígenes de nuestra historia, no se reconocen como creaciones de alguien. Esto ocurre solo porque se ha perdido la memoria o porque no se ha contado esta parte del pasado. Platón no es pasado; está vivo en nuestros valores, en nuestra forma de luchar, afrontar y comprender la realidad contemporánea. Así, la tarea a lo largo del curso no será solo descubrir desde un punto de vista histórico la fabulosa obra de una de las mentes más brillantes de la historia, sino también el peso que esta misteriosa figura sigue teniendo en nuestro mundo.
Es sorprendente descubrir cuánto platonismo hay en el arte, en la política, en la concepción del bien y del mal, del conocimiento y la verdad.
EL ESTADO DE CONSERVACIÓN
Aunque saber que se cuenta con toda su obra es una noticia maravillosa, es necesario moderar el entusiasmo, ya que los libros que hoy se encuentran en las librerías como "obras de Platón", las ediciones que se manejan hoy en día, no son, ni mucho menos, copias directas de lo que Platón escribió de su puño y letra en la Atenas del siglo IV antes de nuestra era. Como ya se ha comentado, todos los textos de la antigüedad han experimentado un larguísimo viaje, atravesando veinte siglos, tres religiones, decenas de lenguas y miles de manos para llegar hasta nosotros. Sus textos han sido traducidos y copiados en innumerables ocasiones con pluma y tinta a la luz de las velas, antes de la invención de la imprenta. Por tanto, aunque pueda sorprender, no existen dos manuscritos iguales de los diálogos platónicos. Remontándose a los ejemplares más antiguos de la obra platónica que se han conservado, se descubre que no hay dos textos iguales.
Cada nuevo copista, un ser humano a veces cansado, otras despistado, o incluso disconforme con las ideas platónicas, fue introduciendo pequeñas o grandes alteraciones, a veces insignificantes, pero otras veces relativas a conceptos y puntos centrales de las teorías platónicas. Esto dio lugar a un gran número de versiones de cada uno de los diálogos platónicos. Este proceso no duró un instante, sino que se prolongó durante siglos. Todo se hacía a mano, a partir de copias de copias, de traducciones de traducciones, y el factor humano, poco a poco, fue introduciendo más y más alteraciones y diferencias. Por ello, no existen dos manuscritos iguales.
Dado este panorama, ¿cuánto se puede acercar verdaderamente a lo que Platón escribió? Arqueólogos, filólogos, conservadores e historiadores de la filosofía siguen hoy en día buscando incansablemente en los vastos archivos dispersos por Europa textos aún desconocidos. A día de hoy, solo es posible reconstruir su pensamiento por medio de manuscritos medievales, los más antiguos de ellos datados en el siglo IX de nuestra era.
La copia más antigua de los diálogos platónicos fue realizada casi mil trescientos años después de la muerte de Platón. Lo que ocurrió en medio, lamentablemente, sigue siendo un enigma cubierto por la oscuridad de los siglos. Es evidente que a lo largo de este tiempo, y posteriormente, las copias han sufrido inevitablemente modificaciones y alteraciones importantes. Es capital tener en cuenta que lo que hoy se tiene en mano, lo que hoy se llama “corpus platónico”, no refleja al 100% lo que Platón pensó ni lo que escribió en Atenas. En qué porcentaje coincide, es un tema de ferviente debate en el ámbito académico y científico todavía hoy en día. Este debate solo podrá resolverse si algún día se tiene la suerte de hallar manuscritos de su época. De lo contrario, solo se podrá especular si esta obra es platonismo puro o si, al haber sido copiada por pensadores pertenecientes a tantas épocas, religiones y culturas, sus ideas y teorías han sido una y otra vez redibujadas para encajar con las creencias del momento. A veces se olvida esta importante dimensión histórica, fáctica y real de la historia de la filosofía, y se convierten las ideas de los pensadores en absolutos, leyéndolas sin tener en cuenta todas las dificultades que hay detrás de abrir un libro como este.
Un ejemplo tangible de estas teorías abstractas se encuentra en los manuscritos más antiguos que efectivamente se conservan hoy en día y en los que se puede observar el estado en el que se encuentran.
El primero de ellos se conserva actualmente en la biblioteca Bodleiana de Oxford y es conocido como el manuscrito Clarke 39. Este manuscrito indica en su título que contiene las tetralogías de Platón, un sistema de clasificación y ordenación de los diálogos creado por Trasilo, un compilador del siglo I de nuestra era. Este filólogo unió los textos platónicos en conjuntos de cuatro, en tetralogías, una organización que ha sido respetada durante gran parte de la historia occidental. En el Clarke 39 se encuentran algunos de los diálogos más importantes de Platón, como Eutifrón, Apología, Critón, Fedón, Crátilo, Teeteto, Banquete, Fedro, entre otros.
El origen de este manuscrito es Constantinopla, Bizancio, y ha sido datado en el año 895 de nuestra era. Los expertos de la Universidad de Oxford explican que se trata del manuscrito más antiguo (descontando fragmentos de papiro) de aproximadamente la mitad de los diálogos de Platón, y que quizás alguna vez fue el primer volumen de un conjunto de dos volúmenes. Esta copia fue encargada por Aretas de Patras (obispo de Cesarea, 902-c. 939), quien pagó 21 monedas de oro por la copia y el pergamino. Lo más caro en la época no era el trabajo del copista como tal, sino los materiales para hacer el libro: la tinta y, sobre todo, las páginas de piel de cabra u oveja recién nacida. Había que sacrificar un rebaño entero para ese capricho. Lo más interesante es que se pueden ver las notas realizadas al texto por el propio obispo, con una letra diminuta. Así que el ejemplar más antiguo que se conserva de Platón se asemeja mucho a nuestras propias versiones llenas de anotaciones y partes subrayadas. Un verdadero tesoro.
El segundo manuscrito más antiguo de Platón es el Codex Parisinus Graecus, custodiado en la Biblioteca Nacional de Francia en París, y que puede consultarse en Gallica, la web de la República Francesa que permite acceder a cientos de manuscritos digitalizados.
Este manuscrito fue copiado entre los siglos VIII y IX y es también una recopilación de tetralogías en griego bizantino. En el apartado dedicado a su historia se señala que se desconoce el origen de la “colección filosófica” de la que forma parte este manuscrito, pero se sabe que fue adquirida por el cardenal florentino Niccolò Ridolfi, nieto de Lorenzo de Medici el Magnífico y sobrino de León X, en 1525. Cuando el cardenal murió en 1550, el mariscal de Francia Pierre Strozzi compró su colección de manuscritos. Su viuda, posteriormente, hizo transportar sus colecciones de objetos y libros a Francia. Los manuscritos se unieron a la biblioteca de Catalina de Médicis, quedando definitivamente en los fondos franceses.
La historia detrás de los libros antiguos es fascinante. Conocer el camino de uno solo de estos ejemplares a través de la antigüedad, el Renacimiento y la modernidad, daría para una vida de estudios, antes incluso de empezar a leer lo que hay dentro. Gracias a internet, es posible ver algo que hasta hace poco solo estaba reservado para los ojos de cardenales y reyes. Estas son las pequeñas cosas que se pierden cuando se estudia filosofía de manera apresurada, sin tener en cuenta todos los detalles que rodean a los textos.
De la obra platónica se cuentan con otros tres manuscritos similares de la misma época. Dos de ellos se encuentran ahora en Viena, el Vindobonensis 54 y 55, y uno, el Veetus o Marcianus T, custodiado en Venecia, con contenidos similares.
LABOR FILOLÓGICA
Cada uno de estos libros fue copiado a mano y presenta peculiaridades, muchas variaciones. Aquí es donde la filosofía sin el maravilloso trabajo de los filólogos e historiadores sería imposible. Lo que se tiene hoy en las manos es el fruto de un trabajo ingente de compilación, traducción y análisis textual, en el cual se han estudiado con detalle las variantes de cada manuscrito, de cada párrafo, frase y término, para crear una edición unitaria, una editio princeps o edición principal que, efectivamente, es una especie de quimera artificial contemporánea hecha de partes de decenas de manuscritos distintos. Esta es la razón por la que hoy en día existen diferentes ediciones y diferentes traducciones de Platón, y por la que no todas son iguales.
Por tanto, para quienes estén interesados en investigar en profundidad la obra de Platón, estos datos son muy importantes. No se puede trabajar de forma seria, desde un punto de vista científico, historiográfico o académico, con la primera traducción que se encuentre, sino que siempre se debe tener en cuenta que cada traductor y cada editor pone algo de sí mismo al hacer su trabajo. Inevitablemente, todos son seres humanos y parte de sus creencias y puntos de vista particulares se reflejan en lo que hacen o en cómo deciden traducir un término. Por tanto, es capital manejar varias ediciones y, en caso de poseer los conocimientos necesarios, poder leer este griego antiguo sin pasar por ninguna traducción.
Lo importante es tener en cuenta que cuando se lee a Platón no se tiene en las manos un fragmento de la antigüedad, un vestigio, un artefacto antiguo, una pieza desenterrada de los pies de la Acrópolis, sino una reconstrucción historiográfica conformada a lo largo de más de dos mil años de traducciones del griego al siríaco, del siríaco al árabe, del árabe al latín y de ahí a las distintas lenguas romances hasta llegar a hoy. Los matices, las expresiones son distintas. Así que la idea de poder entender y estudiar la “filosofía de Platón” en 60 segundos habrá que revisarla.
Volviendo a nuestros días y a un estudio más detenido de Platón, la edición más importante hoy en día, en la que se basan la mayor parte de las traducciones que se encuentran actualmente en las librerías, es la edición de John Burnett, filólogo clásico escocés nacido en 1863, profesor de la Universidad de Edimburgo y después catedrático de griego en Harvard.
Todas las traducciones basadas en la edición de Burnett presentan siempre un rasgo distintivo curioso: los pequeños números que aparecen, bien en los márgenes de las páginas o a veces dentro de los párrafos. Estos números constituyen hoy en día el sistema internacional de citación de Platón y son conocidos como la paginación Stephanus. Para facilitar el acceso a los textos, Burnett decidió introducir un sistema de paginación basado en una edición aún más antigua de los diálogos platónicos realizada por Henri Estienne, latinizado como Henricus Stephanus, en 1578.
Los números que hoy se encuentran en los libros actuales remiten a las páginas originales de estos manuscritos. Cada página, además, estaba dividida en dos columnas: la interior proporciona el texto griego y la exterior una traducción latina. Entre las dos columnas había una división en letras impresas de la a a la e, que dividían cada columna en cinco secciones.
Para citar hoy en día a Platón, primero se debe escribir el nombre del diálogo, después el número del libro en el caso de "República" o "Leyes", el número de página en la edición de Stephanus seguido de la letra de la sección que incluye la primera palabra de la cita.
Un ejemplo sería: *Sofista*, 247a-c, o *República*, V, 473c, donde se habla del rey filósofo.
EL PROBLEMA DE LA AUTENTICIDAD
Una vez aprendido todo esto, surge inevitablemente una pregunta cuando se conocen todos estos datos: ¿cómo se puede saber si todos estos textos son verdaderamente originales? ¿Cómo se puede saber que los escribió Platón y en qué orden los redactó? El problema de la autenticidad de los diálogos platónicos será el tema de la siguiente clase.
Kommentare