Estudio detallado de los rasgos de la noción de imperativo categórico y sus formulaciones tal y como éste es tratado en la obra filosófica de Kant
EL IMPERATIVO CATEGÓRICO
El núcleo de la ética kantiana descansa sobre la noción de imperativo categórico. Toda la búsqueda intelectual del pensador alemán se centró en buscar una fórmula capaz de determinar el carácter ético de las acciones humanas, siendo su descubrimiento final el de una ley universal.
Pero...¿qué es esta ley? La ley misteriosa que debería ayudarnos a salir de la oscuridad infantil y animal que nos impide salir hacia la luz de la razón, recibe el nombre en Kant se opone a los llamados imperativos hipotéticos.
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Un imperativo hipotético es el tipo de norma o ley que debemos obedecer cuando queremos satisfacer nuestros deseos: "ir al médico" es un imperativo hipotético, porque solo estamos obligados a obedecerlo si queremos mejorarnos.
Un imperativo categórico, en cambio, nos obliga siempre y a pesar de nuestros deseos e inclinaciones circunstanciales: todo el mundo tiene el deber de ser justo, independientemente de las circunstancias e incluso si hacerlo nos beneficia.
Estos imperativos son moralmente vinculantes ya que se basan en la razón, en lugar de hechos contingentes sobre un agente. A diferencia de los imperativos hipotéticos, que nos obligan en la medida en que somos parte de un grupo o sociedad con los que tenemos deberes, no podemos excluirnos del imperativo categórico porque no podemos optar por dejar de ser agentes racionales. Le debemos obligación a la racionalidad en virtud de ser agentes racionales; por lo tanto, el principio moral racional se aplica a todos los agentes racionales en todo momento.
FORMULACIONES DEL IMPERATIVO CATEGÓRICO
- Primera formulación: universabilidad
La primera formulación de Kant del imperativo categórico es el de la universalidad:
Pero ¿cuál puede ser esa ley cuya representación, aun sin referirnos al efecto que se espera de ella, tiene que determinar la voluntad, para que ésta pueda llamarse buena en absoluto y sin restricción alguna? Como he sustraído la voluntad a todos los afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de una ley, no queda nada más que la universal legalidad de las acciones en general -que debe ser el único principio de la voluntad-; es decir, yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal.
“Obra solo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal.” Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres
Cuando alguien obra, es de acuerdo a una regla o máxima. Para Kant, una acción solo está permitida si uno está deseando que la máxima que permite la acción sea una ley universal conforme todos obrasen. Las máximas fallan esta prueba si producen una contradicción en la concepción o en la voluntad cuando son universalizadas. La primera ocurre cuando, si una máxima fuese universaliza, deja de tener sentido ya que la "máxima necesariamente se destruiría a sí misma tan pronto como se hiciese una ley universal". Por ejemplo, si la máxima "Es aceptable romper promesas" se universalizara, nadie confiaría en ninguna promesa, así que la idea de una promesa perdería su sentido; la máxima sería autocontradictoria, ya que, cuando universalizada, las promesas dejan de tener significado. La máxima no es moral porque es lógicamente imposible de universalizar: no podríamos concebir un mundo en el que esta máxima fuese universalizada. Una máxima también puede ser inmoral si crea una contradicción en la voluntad cuando se universaliza. Esto no significa que sea lógicamente contradictoria, sino que la universalización de la máxima conduce a un estado de cosas que ningún ser racional podría desear. Por ejemplo, Driver argumenta que la máxima 'No haré caridad' produce una contradicción en la voluntad cuando se universaliza porque un mundo en el que nadie da a la caridad no sería deseable para la persona que se comporta bajo esa máxima.
- Segunda formulación: La humanidad como un fin en sí misma
La segunda formulación de Kant del imperativo categórico es tratar a la humanidad como un fin en sí misma:
“Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio.”
Kant sostenía que los seres racionales nunca pueden tratarse simplemente como un medio para un fin; siempre deben tratarse también como fines en sí mismos, lo que requiere que sus propios motivos razonados deban ser igualmente respetados. Esto se deriva de su afirmación de que la razón motiva la moral: exige que respetemos la razón como un motivo en todos los seres, incluidas otras personas. Un ser racional no puede racionalmente consentir ser utilizado simplemente como un medio para un fin, por lo que siempre deben tratarse como un fin. Kant lo justifica argumentando que la obligación moral es una necesidad racional: aquello que es deseado racionalmente es moralmente correcto. Debido a que todos los agentes racionales desean racionalmente ser un fin y nunca solo un medio, es moralmente obligatorio que se les trate como tales. Esta formulación está a la base de la condena de la esclavitud (aceptada por Aristóteles) y de la universalidad de los derechos humanos, idea que no era aceptada en la Grecia Antigua.
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