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Filosofía helenística

Puntos fundamentales que caracterizan la última etapa de la filosofía griega: el periodo helenístico




 

CONTEXTO HISTÓRICO

DE LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA


 

La filosofía helenística es la filosofía que pertenec al tercer periodo de la historia griega. En este sentido, corresponde a la etapa comprendida entre el año 323 a.C y 31 a.C.


El año 323 a.C marca la muerte de Alejandro Magno que consiguió conquistar para Grecia la totalidad del mundo conocido – el imperio persa. El año 31 a.C. representa el momento en el que cae a manos de Roma el último de los territorios griegos que todavía era independiente de los romanos: el reino griego ptolemáico de Egipto.


 

Por tanto, en este largo periodo tenemos un proceso de internacionalización de la cultura griega en el cual ésta deja de ser la cultura circunscrita de la península helénica y se convierte en una cultura universal que tiene estados propios en la totalidad del Mediterráneo oriental.


 

En estos momentos se inició un proceso de transformación en la cultura griega que generó una gran conmoción en el pensamiento filosófico. Grecia estaba formada por un amplio conjunto de polis o ciudades estado independientes.


Este modelo se había mantenido incólume durante todo el periodo clásico, de tal forma que cuando Platón o Aristóteles reflexionaron sobre la política y la naturaleza de la sociedad lo que hicieron fue fundamentalmente teorizar acerca de la ciudad estado.


 

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La guerra del Peloponeso


Durante los siglos V y IV a.C. hubo un gigantesco campo de batalla entre unas polis y otras con el objetivo de alcanzar la hegemonía.


A finales del siglo V hubo una larga guerra de más de 30 años, llamada Guerra del Peloponeso, en la que se enfrentaron Esparta y Atenas.


Este enfrentamiento no era meramente una pugna entre dos estados rivales sino entre dos modelos de entender la organización política: una organización de carácter democrático y otra de carácter oligárquico-aristocrático.



Esta guerra terminó con la victoria de Esparta, hecho que trajo el hundimiento definitivo de Atenas como imperio. No obstante, muy pronto Esparta fue barrida por la polis de Tebas, por lo que su dominio no se alargó en el tiempo.


En el siglo IV a.C fue un siglo muy violento en el cual las polis batallaron constantemente unas contra otras.

Este proceso terminó cuando Macedonia – situado en el norte de Grecia – conquistó el resto de Grecia en el 338 a.C. Los macedonios eran considerados por los atenienses una suerte de bárbaros, a pesar de que hablaran una variante del griego y de que estuvieran impregnados de la mayor parte de las tradiciones helenas.



Es necesario tener en cuenta que los griegos no tenían un concepto de “grecidad” que fuese étnico. Para ellos ser griego era organizar comunidades políticas, es decir, vivir organizados según el modelo de la ciudad estado. De esta forma, todos aquellos pueblos que no respetaran esta organización en el fondo no eran griegos.



Los macedonios, en cambio, eran un estado territorial que tenía un rey. Los macedonios tenían ,además, un sistema militar muy desarrollado que, gracias a su rey Filipo II de Macedonia, consiguió el dominio sobre todas las polis griegas y conseguir lo que jamás había conseguido nadie: unificar la totalidad del territorio como una confederación.

Es decir, las polis no perdieron su identidad política estatal por tanto, lo que hizo Filipo en la llamada liga de Corinto fue mantener la autonomía política de las ciudades griegas pero integrándola en una confederación de la cual él era “hegemón.”



 

Alejandro Magno


Esto llevó a una grave crisis de la polis, no como modo de vida pero sí como organización política suprema. Filipo fue asesinado y sucedido por su hijo Alejandro Magno, quien había tenido como organizador de sus estudios nada menos que a Aristóteles, recibiendo por tanto una elevada educación.



Alejandro emprendió la hazaña más extraordinaria conocida en la

cultura occidental: la conquista, con su inicialmente pequeño ejército de griegos, del imperio persa, creando un inmenso imperio que comprendía la totalidad de la ecumene o mundo civilizado.


A su muerte, sin embargo, el imperio estaba sensiblemente desorganizado ya que su afán de avance y conquista y lo temprano de su fallecimiento le impidieron ordenar adecuadamente los nuevos territorios ocupados.

Alejandro había dado un salto hacia una estructura política que tenía poco de griega, la estructura imperial mucho más cercana a los modelos orientales de organización.



Por ello, tras su muerte se sublevaron todas las regiones sometidas. Dentro de este proceso hubo dos tipos de sublevación. Por un lado la sublevación de las ciudades griegas que querían ser independientes a toda costa. En Atenas Demóstenes proclamó la independencia, no obstante esta rebelión fracasó siendo aplastado absolutamente por el ejército macedonio.




Al mismo tiempo comenzó una dura guerra entre los propios generales de Alejandro Magno, el cual, no había nombrado de forma clara a ningún sucesor. Al ver que el poder universal era absolutamente imposible, comenzaron a afianzar toda una serie de estados territoriales distintos bajo el mandato dinástico de cada uno de los generales: los ptolomeos en Egipto, los seleúcidas en Siria, en Persia los atánidas…etc. siendo todos ellos reinos griegos.



 

Las tres épocas del periodo helenístico


En el periodo helenístico podemos distinguir fundamentalmente tres grandes épocas:



1. 323-301a.C: época de disolución del imperio de Alejandro y de las luchas entre

los generales herederos.


2. 301-202a.C.: época dorada del helenismo consistente en el establecimiento y

desarrollo de las grandes monarquías.


a. Egipto Ptolomeos

b. Siria y Babilonia Seleúcidas

c. Macedonia Antigónidas


3. 202-31a.C: periodo de caída y decadencia del periodo helenístico. Roma vence

a Aníbal en la tercera guerra púnica y comienza a conquistar el Mediterráneo

orienta.



El contexto en el que nos encontramos es el de una internacionalización de la cultura griega en el mundo antiguo. En todas las regiones habitadas se hablaba griego y las elites culturales usaban esta lengua para escribir. Aumentan los contactos entre todos los pueblos del Mediterráneo y los griegos se convierten en una especie de poder político militar que justifica algo que cada vez era más necesario: la interdependencia entre las ciudades a nivel comercial.




Para que la red de contactos entre todas las ciudades del mundo civilizado funcionara era necesario un poder imperial que con su poder militar y político garantizara la fluidez y seguridad en el mercado. Durante varios siglos ese poder lo ejercieron los persas, pero cuando su imperio cayó fueron los griegos los que garantizaban la comunicación entre las regiones del mundo antiguo.




Por tanto, los griegos eran la cultura internacional vehicular de una nueva mentalidad globalizada en la esfera del Mediterráneo oriental.


Sin embargo, a pesar de que se trató de un verdadero momento de gloria para la

civilización griega, se comenzó a apreciar un determinado sentimiento de

desmoralización. Es decir, comenzó a nacer una crisis de valores respecto de la propia cultura griega, respecto al valor que merecen sus propios contenidos culturales. Las causas de este hecho son complejas. Ninguna cultura se universaliza gratuitamente sino que al hacerlo se mezcla con otras culturas perdiendo en parte su propia esencia específica. Hubo, por tanto, una creciente orientalización de la cultura griega que se hará hegemónica en el periodo romano sobre todo en lo que respecta a las religiones.




 

LA CRISIS DE LA POLIS


 

La razón fundamental de esta crisis es que en estos momentos entra en crisis el

modelo de organización social que había imperado: la polis. Tal y como hemos visto, los autores del periodo clásico como Platón y Aristóteles se planteaban

constantemente la idea de que el ámbito ideal para el desarrollo del ser humano era la ciudad estado.



En estos momentos, a pesar de que las polis seguían existiendo, es necesario comprender qué se perdió en estos momentos. El concepto de polis puede entenderse en dos sentidos fundamentales, uno interno y otro externo.




Desde el punto de vista interno es un determinado modelo de organización de la vida social. Por tanto, para hablar de polis lo importante es que dicha organización tenga una serie de instituciones: una asamblea, magistraturas que gestionan el poder, un templo que focaliza la vida religiosa, un gimnasio, el lugar donde se educan los ciudadanos para ser, precisamente ciudadanos y un teatro. Si una ciudad no tiene estos elementos no puede ser tenida por polis.



Para los griegos éste es el ideal de desarrollo humano que posibilita la vida buena y digna, para que el hombre se desarrolle como ser racional y espiritual.

Una polis además está determinada internamente por el hecho de que existían

jerarquías. Nada más extraño para un griego que la idea de que “todos los hombres son iguales.”



Los tres criterios de jerarquización eran:


a) El estatuto de la persona (condición legal)

a. Libre

i. Ciudadano

ii. Extranjero (metecos)

b. Esclavo


b) El sexo

a. Varones

b. Mujeres


c) La riqueza

a. Ricos

b. Pobres



El individuo que disfruta de una vida verdaderamente humana será, por tanto, el varón libre ciudadano rico. La crisis de la polis no cambió este aspecto en nada, es decir, la polis sigue estructurada de la misma manera en el periodo helenística.



La crisis de la polis sólo puede comprenderse en el ámbito externo, lugar en el que la polis deja de estar cerrada y autárquica y enteramente soberana en términos políticos, con el helenismo se genera toda una red de interdependencias en el Mediterráneo que rompe la autarquía, y como consecuencia se pierde absolutamente la autosuficiencia política.



Sigue habiendo ciudades pero ya no son estados porque ahora pertenecen a

gigantescos imperios que determinan la organización política.



En la Atenas clásica la actividad política era la actividad propia del ciudadano rico, la propia del hombre libre. Por tanto, la pérdida de la entidad política hace que el individuo que constituye el referente ejemplar se sienta un hombre superfluo.


No sabe que hacer porque, precisamente aquello que constituye su estatus como actividad, que es precisamente la discusión política en la Asamblea, ya no puede seguir llevándose a cabo. Se trata de una crisis existencial en unos individuos que se han quedado vacíos respecto a su propia realización personal. El ser humano deja de sentirse ciudadano porque esta condición ya no tiene sentido.


Es necesario reconstruir el sentido de la vida de una forma absolutamente distinta porque las circunstancias históricas han borrado de un plumazo las condiciones en las cuales las filosofías clásicas tenían sentido. Por ello, las filosofías helenísticas tendrán que reflexionar ahora acerca de la condición de la vida humana no como ciudadanos sino como individuos aislados.

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