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Jeremy Bentham y los orígenes del utilitarismo

Exposición detallada de los fundamentos de la teoría ética del utilitarismo y de sus raíces en la obra del filósofo británico Jeremy Bentham


ORÍGENES DEL UTILITARISMO


Históricamente la ética utilitarista surgió durante la revolución industrial en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, siendo su principal representante Jeremy Bentham.


Uno de los rasgos fundamentales de la filosofía de Bentham fue su profundo pragmatismo y rechazo de la metafísica, en la que apostó por una perspectiva científica y racional de todos los problemas humanos, incluida la ética, en la que se evitara todo componente esotérico, religioso, teológico o sobrenatural.

Bentham reconoce en sus textos que el principio básico de su filosofía provenía de dos famosos filósofos ilustrados anteriores: Helvetius y Beccaria que realizaron en su obra dos interesantísimas observaciones que marcarían la perspectiva de todos los utilitaristas posteriores.



 

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En primer lugar, Helvetius reveló un rasgo incuestionable de la conducta del hombre contemporáneo:

“El interés personal es, en cada sociedad, el único apreciador del mérito de las cosas y de las personas.”


Se trata de una teoría extremadamente interesante a la hora de establecer los fundamentos de la ética ya que nos muestra que son más bien las inclinaciones y los gustos lo que establece el carácter ético de la acción y no valores absolutos o leyes trascendentes.


Es el gusto y la opinión de cada uno lo que le hace valorar de una forma u otra el carácter ético de los demás. Por ejemplo, una persona que ama los animales considerará bestias a los que los sacrifican y los consumen mientras que otra que tenga intereses lúdicos o comerciales en ellos se situará en el espectro opuesto de valores y llamará arte a la cocina del faisán o al toreo.

A esta idea de Helvetius, Beccaria añadió que “el criterio de las leyes dictadas por un observador impacial de la naturaleza humana debería ser el máximo de felicidad posible repartido entre el mayor número.”

De esta forma, Beccaria enunció el núcleo mismo de la doctrina utilitarista. En primer lugar, vemos el importantísimo legado de Aristóteles en este pensamiento: el fin de la vida ha de ser la felicidad individual. No obstante, mientras que el griego no tenía aspiraciones universalistas sino que, bajo su circunstancia histórica, comprendía que muy pocos podían llegar a tales privilegios, los utilitaristas considerarán que la ley, es decir, el arma del obrar del Estado debe perseguir la felicidad de la mayor parte de sus ciudadanos. Y esto, ciertamente, es una verdadera revolución del pensamiento.

Pensar que todos los seres humanos, cuantos más mejor, deben ser felices y que a este objetivo debe participar activamente el estado es una idea introducida en la filosofía occidental por el utilitarismo británico.



A veces, de forma completamente acrítica vinculamos a autores como Bentham, Stuart Mill o Adam Smith con indeas vinculdas dimplemente al liberalismo económico visto desde nuestros días y, sin embargo, los prejuicios nos enturbian la visión de algunas de las obras más importantes del pensamiento occidental.

A partir de las consideraciones de Helvetius y Beccaria, Jeremy Bentham el mentor de Stuart Mill dibujó la primera formulación del llamado principio de utilidad que se basa, según Bentham en la más pura y llana experiencia.

Así, según el filósofo londiense sostuvo que todo ser humano busca la felicidad y aspira al placer evitando en toda medida el dolor, en todas y cada una de las acciones. Los actos en los que esta regla se rompe, es decir, aquellos en los que las personas asumen dolores y padecimientos en virtud de la obediencia de valores culturales y religiosos determinados supone una práctica desviada y anormal. ¡Atentos al cambio!

Lo “antinatura” según Bentham es autoinfingirse dolores físicos y psicológicos innecesarios, reprimir deseos y sacrificar la felificad. Bentham criticó duramente a los grandes moralistas de la antigüedad, que enseñaban a dominar los placeres por el amor, la virtud, el honor y la justicia, o sea del bien mayor, tachándolos de hipócritas, considerando su sistema de pensamiento como puro error; según Bentham:


“(…) no hay parte ni órgano del cuerpo que sea innoble, pues todos ellos, con sus placeres, son dados por la naturaleza, la cual nos impone por ley, buscar la dicha o el placer”.

Así, los únicos rectores del comportamiento humano son el placer y el dolor que se enmascaran bajo la idea de interés:


“La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos maestros soberanos, el dolor y el placer. Ellos determinan tanto lo que debemos hacer como lo que hacemos. El criterio de lo que es correcto e incorrecto, por una parte, y la cadena de causas y efectos, por la otra, están sujetas a su trono. Nos gobiernan en todo los que hacemos, decimos y pensamos: todo esfuerzo que hagamos para librarnos de su sujeción no servirá para nada más que para demostrarla y confirmarla.

Mediante las palabras alguien puede pretender no estar sujeto a ellos,

pero de hecho permanece ligado a ellos. El principio de utilidad reconoce esta sujeción y la asume como fundamento de su sistema.” Una introducción a los principios de la moral y la legislación.


Para Betham todos los pecados, mientos e imposiciones conductuales de tipo religioso no son más que puras supersticiones ya que la divinidad, a su entender, sólo se expresa de una forma: a través de la estructura y los mecanismos con los que ha articulado la naturaleza al crearla, de tal forma que todo lo natural, todo lo que la naturaleza permite es permitido por Dios al ser su creador. Nos dice:

“Dios no nos gobierna por una legislación externa, o una suerte de mandamientos divinos, sino a través de los instintos de la naturaleza” 

El verdadero don de la divinidad, para Bentham era la libertad humana y la posibilidad de que todo hombre pueda y deba aspirar a su felicidad en la misma medida. No hay privilegiados en este aspecto, todo ser humano debe aspirar a lograrla y para ello, no debe esuchar a ningún tipo de obligación dogmática que le ordene el sufrimiento.









De ello se sigue, clarament que Jeremy Bentham rechazó en su filosofía todo tipo de “moral de obligación” y consideró que sólo el principio de utilidad es acorde a la naturaleza humana. Es decir, la única regla que nos gobierna es la del placer y el dolor, regla que debe ser materializada en leyes para la comunidad con la condición de que la felicidad deuno debe estar de acuerdo con la de los demás. A este principio Bentham lo llama «maximación de los placeres» y minimización de las penas. Se puede resumir su fórmula en «la mayor felicidad para el mayor número posible de hombres».

Las ideas de Jeremy Bentham fueron asimiladas y llevadas a la máxima y más brillante expresión por el jovencísimo John Stuart Mill, que es el verdadero protagonista de la última parte del curso.

Educado fuera de las escuelas convencionales por su padre,

que le impuso una severa disciplina, forzando su inteligencia desde muy precoz fue, desde muy pequeño, un ávido lector de las fuentes clásicas latinas y griegas que le introdujeron al estudio filosófico serio. En su autobiografía expresa que le faltó la formación religiosa, pues su padre le inculcó que era un gran mal moral.

Stuart Mill asimiló de su maestro Bentham el principio de utilidad como fundamnto de la moral y la idea de que las acciones humanas sólo puedenser calificadas de bienas o malas en virtud al bienestar que aportan o restan a la sociedad.

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