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Aristóteles las tres partes del alma y el papel de la contemplación

Exposición detallada de la división aristotélica de los saberes y del papel de la contemplación teórica en la búsqueda de la felicidad basada en un análisis de la naturaleza humana



LOS TRES TIPOS DE SABERES


Para comprender la definición aristotélica de la buena vida y el camino hacia la consecución de la felicidad hemos de acudir a una de las grandes obras de Aristóteles. En la Metafísica, el filósofo distingue en tres los tipos de ciencias o saberes que el ser humano es capaz de desarrollar.


- Saberes teóricos

- Saberes prácticos

- Saberes productivos



La ciencia en su aspecto teórico o entendida como contemplación se ocupa de lo necesario (el necesario movimiento de los astros, por ejemplo), mientras que los conocimientos prácticos y productivos, por el contrario, no versan sobre lo que sucede necesariamente sino sobre lo que puede ser de otra manera a cómo es.



 

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Ante lo que es o sucede necesariamente no cabe intervención humana alguna, ante ello no cabe actuar sino es conocer, contemplar, de ahí que estos conocimientos sean conocidos como teóricos. Lo que puede ser de otra manera, en cambio, abre un espacio para la acción humana, permite que el hombre intervenga y actúe sobre ello, sea transformando la naturaleza (ámbito de la producción o el hacer) sea dirigiendo su propia conducta de esta u otra manera (ámbito del obrar)

La ética se ocupa del obrar humano no con vistas al saber sino de cara a la vida buena.



 

TRES FORMAS DE ACTUAR


En uno y otro caso, el hombre puede actuar al azar o rutinariamente pero también puede obrar racionalmente, con conocimiento. ¿Cómo construimos un puente? Al azar, con ayuda de la tradición o innovando. En el caso del hacer ser se trata del conocimiento técnico, en el caso del obrar se trata de conocimiento práctico, moral.


Todos estos tipos de conocimientos son importantes, pero es especialmente importante para el ser humano el conocimiento práctico ético y político. En efecto, nos va la vida en el tipo de vida que prefiramos y también nuestra manera de vivirla, el modo de actuar concretamente en cada situación y circunstancia particular.



 

LA ÉTICA NO ES UNA CIENCIA EXACTA


La idea de circunstancia particular es una de las claves de la ética aristotélica ya que al hablar de ética no nos estamos refiriendo a una ciencia exacta que, sin importar la persona, el momento o el lugar ofrece la misma respuesta a la misma ecuación. La ética no propone una lista de normas o de mandamientos definidos de forma universal. Hemos visto que tiene una pretensión de universalidad, no obstante la ética aristotélica tiene en su núcleo muy en cuenta el problema o la realidad de la individualidad y la circunstancia humana.


Para Aristóteles, la reflexión filosófica sólo puede proyectar un perfil aproximado del obrar correcto; sus axiomas no expresan lo que necesariamente y siempre es recto sino lo general y la mayoría de las veces. Es decir, lo que la ética aristotélica ofrece es una orientación argumentada para nuestras acciones pero no es un manual de conducta, pues pone en mano del individuo particular y su capacidad racional de juicio para decidir en los casos concretos.

Esto, no obstante, puede causar dudas acerca de la validez de un estudio ético y quizá nos haga pensar que estamos ante un conocimiento intútil. No obstante, tal como señala Aristóteles en la Metafísica este hecho también se da con otras ciencias que son de gran estima para nosotros como la medicina. También el médico tiene que afrontar siempre casaso particulares, pese a lo cual la medicina es una ciencia que trabaja con leyes generalesa las que no puede renunciar, aunque su conocimiento no capacite para su aplicación. Si bien la experiencia personal del médico es insustituible, necesita aprender de otros, pues cada uno no puede descrubir de nuevo todas las leyes.



 

LA NATURALEZA HUMANA


Pero para determinar adecuadamente en qué consiste la felicidad humana es necesario analizar cuál es la actividad o quehacer propio del hombre. Por ejemplo, el quehacer propio del citarista es tocar la cítara y el de un buen citarista es tocar la cítara bien. ¿Hay alguna actividad propia del ser humano no en tanto que citarista sino en tanto que ser humano? Es decir, ver la buena vida del hombre no como abogado, maestro, ingeniero, esposo, mujer, sino como ser humano como tal.

Así, preguntarse por la actividad propia del hombre no es otra cosa que preguntarse por la naturaleza del ser humano.



 

LAS TRES PARTES DEL ALMA


Para comprender el abordaje aristotélico de la custión hemos de ir a otro de sus grandes textos, el De anima o Acerca del alma donde Aristóteles, divide el alma humana en tres funciones diferentes: la función vegetativa ( crecer, alimentarse, reproducirse), la función sensorio-motora (ver, oír, sentir, apetecer, desplazarse), y la función racional (hablar, pensar y decidir.)

(Aclarar que no es un alma inmortal sino que se refiere. Los tres tipos de actividades mentales que realiza el hombre)

La actividad propia del hombre es vivir, pero no todo tipo de vida. Las vidas de tipo vegetativo y sensitivo no son exclusivas del hombre puesto que las comparte con el resto de animales, sino la vida racional. Vivir como un ser humano consiste, por tanto, en vivir racionalmente.

Pero si la función del ser humano es vivir racionalmente, la función del hombre bueno y feliz será vivir racionalmente con plenitud, de modo excelente, a la perfección.


“El medio más seguro de alcanzar esta completa noción, es saber cuál es la obra propia del hombre. Así como para el músico, para el funcionario, para todo artista, y en general para todos los que producen alguna obra y funcionan de una manera cualquiera, el bien y la perfección están, al parecer, en la obra especial que realizan; en igual forma, el hombre debe encontrar el bien en su obra propia, si es que hay una obra especial, que el hombre deba realizar. Y si el albañil, el zapatero, etc… tienen una obra especial y actos propios que ejecutar, ¿será posible que el hombre solo no los tenga? ¿Estará condenado por la naturaleza a la inacción? O más bien; así como el ojo, la mano, el pié, y en general toda parte del cuerpo, llenan evidentemente una función especial, ¿debemos creer, que el hombre, independientemente de todas estas diversas funciones, tiene una que le sea propia? ¿Pero cuál puede ser esta función característica?

Vivir es una función común al hombre y a las plantas, y aquí sólo se busca lo que es exclusivamente especial al hombre; siendo preciso, por tanto, poner aparte la vida de nutrición y de desenvolvimiento. Enseguida viene la vida de la sensibilidad, pero esta a su vez se muestra igualmente en otros seres, el caballo, el buey y, en general, en todo animal, lo mismo que el hombre. Resta, pues, la vida activa del ser dotado de razón. Pero en este ser debe distinguirse la parte que no hace más que obedecer a la razón, y la parte que posee directamente la razón y se sirve de ella para pensar. Además, como esta misma facultad de la razón puede comprenderse en un doble sentido, es preciso fijarse en que de lo que se trata sobre todo es de la facultad en acción, la cual merece más particularmente el nombre que llevan ambas. Y así, lo propio del hombre será el acto del alma conforme a la razón, o por lo menos el acto del alma, que no puede realizarse sin la razón. (…) Por consiguiente, el bien propio del hombre es la actividad del alma dirigida por la virtud; y si hay muchas virtudes, dirigida por la más alta y la más perfecta de todas. Añádase también, que estas condiciones deben ser realizadas durante una vida entera y completa; porque una sola golondrina no hace verano, como no lo hace un sólo día hermoso; y no puede decirse tampoco, que un sólo día de felicidad, ni aun una temporada, baste para hacer a un hombre dichoso y afortunado.” Aristóteles, Ética a Nicómaco, I, c.2.

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