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La Modernidad en la filosofía

Exposición detallada de las fases y principales implicaciones filosóficas de la Modernidad



En primer lugar, desde el punto de vista cronológico el enorme lapso de tiempo que conocemos como Edad Moderna acostumbra a ser dividido historiográficamente en tres grandes periodos o fases.


PRIMERA FASE DE LA MODERNIDAD:

EL RENACIMIENTO


La primera de ellas suele identificarse habitualmente con el Renacimiento - desde principios del siglo XV hasta principios del XVII- primer y radical punto de inflexión que significó el abandono de la larga Edad Media y el florecer de Europa desde el punto de vista artístico e intelectual sobre el eje del humanismo.


El Renacimiento fue también el periodo de inicio de una de las más graves crisis religiosas de Europa, ya que en esta época arrancó la fragmentación del cristianismo gracias a la reforma protestante y comenzó el surgimiento de una miríada de nuevas interpretaciones sobre la espiritualidad humana que diluyó los núcleos del poder eclesiástico católico y abrió las puertas hacia modelos de convivencia basados en la tolerancia en los países del norte.


 

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O la relativa al enorme impacto que tuvo la caída del catolicismo para la formación del nuevo pensamiento filosófico europeo.



El Renacimiento fue, por supuesto también una mirada hacia el pasado antiguo greco-latino que fue recuperado como ejemplo de grandeza, talento, ingenio, de organización política, de excelencia artística y virtud moral frente al oscuro, austero y pesimista periodo Medieval.


La edad antigua fue tomada por los renacentistas como el ejemplo, como la Edad de Oro a la que el ser humano debía regresar para recuperar su grandeza. Y, muestra de ello, fue todo el fervor clasicista que mostraron las artes, como la arquitectura, la escultura, la pintura o la literatura. Optimismo, alegría y color en tributo al pasado y en honor a la esperanza por un futuro luminoso.


Pero, al mismo tiempo, el Renacimiento fue también una mirada hacia lo nuevo y desconocido ya que fue el momento de los primeros grandes viajes transatlánticos hacia el Nuevo Mundo.


El aprecio por la Antigüedad y el descubrimiento de lo nuevo, la recuperación del pasado y la fascinación por la exploración de lo que los antiguos ni soñaron que existía, convivieron de modo pacífico esta etapa impulsando la filosofía del momento. Veremos como en Descartes esta convivencia entre lo antiguo y lo nuevo entrará en crisis.


El Renacimiento fue también, por supuesto, la edad de la gran revolución astronómica protagonizada por las figuras emblemáticas de Copérnico y Galileo que sentarían muchas de las bases para el nacimiento de la ciencia moderna.





El Renacimiento fue la edad del más deslumbrante optimismo antropológico, de la curiosidad y deseos de emancipación. El antrpocentrismo, la recuperación de la confianza en las capacidades del ser humano de labrarse en solitario un futuro prometedor literalmente deslumbran frente al conformismo estoicista medieval, en el que el ser humano simplemente debía limitarse a aguantar los golpes de la fortuna, a aceptar sus desgracias.


Con el Renacimiento el ser humano se siente, de nuevo, -al viejo estilo griego capaz- de logarlo y comprenderlo todo esta vez gracias a su recolección de los frutos de todas las edades del hombre.


La sabiduría universal se transforma en un objetivo factible y los caminos para hallarla van a ser tan plurales y diferentes como en ninguna otra edad.





Desde la observación empírica directa del mundo, pasando por la lectura de los textos de la antigüedad grecorromana, hasta el descenso a los más oscuros secretos de la magina natural, el cabalismo, la alquimia, la astrología y el animismo hermético.


En el Renacimeinto todos estos saberes, lo viejo, lo nuevo, la matemática y la magia, los horóscopos y el telescopio de Galileo, todo junto, giraron a la vez en remolinos de colores dando lugar a una mezcla de posibilidades absolutas, en las que las viejas y estrictas reglas del aristotelismo tardomedieval se rompieron. Haciendo que todo fuera admisible y posible, tanto lo natural como lo sobrenatural.



SEGUNDA FASE DE LA MODERNIDAD:

LA ILUSTRACIÓN


La segunda etapa de la Modernidad es conocida por todos como La ilustración y es el paradigma mismo de lo moderno, representando su etapa madura.

Esta fase tuvo su inicio a finales del siglo XVII culminando con el célebre siglo de las luces, el siglo XVIII.

Este periodo, constituye el asentamiento y asimilación generalizada por los intelectuales y la sociedad europea en general de los ideales del mundo moderno, una fase en la que gran parte de los objetivos soñados por los renacentistas alcanzaron su cénit.


Precisamente debido al periodo ilustrado, la Modernidad es conocida también como la "edad de la razón y la lógica" pues tras pasar al renacimiento por el filtro racionalista de Descartes, la Modernidad pudo tener como frutos a pensadores tan técnicos como Newton y o Kant.



 

Si estás interesado en los desarrollos científicos de la Modernidad, te recomendamos este segundo magnífico curso que repasa el desarrollo de la ciencia a través de los principales nombres del momento: Francis Bacon, Nicolás Copérnico, Johannes Kepler e Isaac Newton:







La ilustración fue, asimismo, la edad del poder y de la reflexión sobre el poder. Frente a los numerosos pequeños estados renacentistas gobernados por pequeños duques y nobles de todo rango, la Ilustración fue la edad de los reyes absolutistas y de la formación de los grandes estados autárquicos.

Extensiones inmensas de territorios gobernados por un solo poder que formarían las bases de los estados nacionales contemporáneos.


Pero, al mismo tiempo que la monarquía alcanzaba -como modelo de gobierno- su mayor grado de dominio en la historia de Europa. La Ilustración fue también era de la búsqueda de las libertades y de los derechos civiles y la redacción de las primeras constituciones liberales.


La Ilustración fue, por supuesto, el tiempo de la Revolución francesa en a que las cabezas de esos mismos grandes reyes comienzan a rodar, la edad de Voltaire, Rousseau, Diderot, de los derechos del hombre y del ciudadano y la de la Gran Enciclopedia redactada para ese nuevo hombre.



TERCERA FASE DE LA MODERNIDAD:

LA EDAD CONTEMPORÁNEA


Finalmente, la tercera etapa de la Modernidad es lo que se conoce como “edad contemporánea” que abarca el siglo XIX y el XX hasta 1950. Efectivamente, nosotros ya no somos “contemporáneos” aunque parezca raro.

El impulso revolucionario, curioso e inquieto del Renacimiento siguió vivo en esta edad que seguirá conociendo sorprendentes hallazgos científicos como el revelado por la biología evolucionista de Darwin.


Al mismo tiempo a mitad del siglo XIX llegó a su cénit la revolución industrial y se alcanzan logros absolutamente trascendentes impulsados por la férrea lógica ilustrada en áreas como la química, la mecánica, medicina, los transportes, la comunicación o la física. En este periodo desarrollaron, precisamente, sus teorías Mach, Einstein…etc.


Sin embargo esta ultima fase representa también el inicio de la crisis de los llamados ideales modernos. La muerte de la esperanza ilustrada.


Porque esta fue la edad de fracaso de la esperada paz que tendría que traer la evolución tecnológica de la humanidad, con las dos guerras mundiales, las bombas atómicas, el Zyklon B, el gas pesticida de cianuro que se usó en los campos de exterminio.


Esta época es también la del fracaso de la búsqueda de la libertad ya que es también la edad de las grandes dictaduras, del holocausto, el apartheid, de los genocidios en las colonias…


Finalmente, hoy en día lo sentimos más que ninguna otra cosa, es el comienzo del fracaso de la idea del control total del ser humano sobre la naturaleza a través de los insignes logros de la ciencia, la matemática y la tecnología.


El descubrimiento del petróleo y el desarrollo imparable de la industria petroquímica personificada por un material como ningún otro, el plástico, así como todos los demás productos de síntesis, han pasado de ser una esperanza de bienestar y felicidad a mostrar unos incontrolables efectos negativos y potencialmente aniquiladores sobre el tipo de medio que puede sostener la vida humana en la tierra.


La naturaleza parece mostrar aquí de nuevo sus colmilos, su verdadero poder. La aceleración del cambio climático impulsado por los combustibles que comenzaron a mover la sociedad (carbón y petróleo) con sus devastadoras consecuencias para el modo de vida humano, parece recordarnos que, a pesar de todo, la naturaleza sigue pudiendo con nosotros. Que sus fuerzas pueden aplastarnos en un segundo y que, la herida que le provoquemos hoy, no es nada para su poder de regeneración.


La tercera fase es, por tanto, al mismo tiempo una continuación de los increíbles éxitos sociales y científicos de la Modernidad, cosa que no debemos en ningún momento menospreciar pues sería ridículo y completamente hipócrita. Jamás en ninguna época de la historia humana ha habido más cantidad de personas disfrutando de unos niveles dignos y saludables de vida. Y ello sólo ha sido posible gracias, precisamente, al abaratamiento de los productos impulsados por la misma industria tecnológica que ha comenzado a ver cada vez más contras a sus producots. Porque el plástico no son sólo botellas pet que inundan el mar o , son jeringuillas, respiradores, lavadoras, fibras, desinfectantes… etc.

La tercera fase, como digo, es al mismo tiempo la continuación y aceleración de los éxitos modernos y el comienzo de la pérdida de confianza en los valores que sostienen y permiten esos mismos éxitos.

Comprender así nuestro propio tiempo es entender qué principios rigieron la Edad Moderna, qué forma de entender el mundo, el hombre y la ciencia creó y qué ideales se están resquebrajando en nuestros días. Si no sabemos de dónde venimos, no comprenderemos jamás qué son los retos sociales, políticos, epistemológicos actuales. Necesitamos desesperadamente volver a comprender la Modernidad para analizar con solvencia nuestro tiempo.


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