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Los sofistas y el poder de las palabras

Análisis de la relación entre el dominio del lenguaje de los sofistas y su mala fama en la historia del pensamiento

El poder de las palabras: deinotés


La mala imagen de los sofistas entre sus contemporáneos fue reforzada por una mezcla me miedo y admiración que los sofistas despertaban entre todos aquéllos que los escuchaban. Sus increíbles habilidades oratorias les hacían capaces de defender cualquier posición hasta lograr el acuerdo del auditorio e incluso improvisar en directo cualquier tema, dejando al público anonadado. El inmenso poder de convicción que aclanzaban haciendo uso sencillamente de su voz, resultaba para muchos inquietantes.





En estos mismos momentos, la humanidad estaba entrando en una nueva era en la que comenzó a comprender el verdadero poder de las palabras. La persuasión se reveló como una de las herramientas más poderosas, incluso más que las propias armas. Su capacidad de controlar, someter y gobernar a los hombres se mostró inmensamente más eficiente que la violencia física ya que ésa sólo es eficiente mientras los individuos tengan miendo y pueda mantenerse sobre ellos el uso activo de la fuerza. Las palabras, en cambio, dominan de forma invisible, sin ejéricitos ni espadas, ya que las palabras logran algo mucho más eficaz que el miedo: la convicción.

Los sofistas descubrieron que, mientras que las armas sólo puede producir heridas superficiales y sumisión momentánea, las palabras son capaces de transformar la mente del hombre, de lograr su aceptación de un conjunto de reglas, valores, ideasl, de tal modo que una vez alcanzada su meta, no es necesaria ninguna vigilancia armada para mantener el status quo inducido por ellas. Cada persuadido se convierte automáticamente en un soldado de la causa, se transforma a una ideología a una forma de ver el mundo. En cambio, los sometidos por las armas esperan cualquier momento de debilidad para rebelarse. Los sofistas descubrieron que, en lo que hacer al poder, se pueden obtener mejores resultados con un buen argumento que amenazando con un arma. Las palabras realizan un trabajo profundo de reorganización intelectual. El mejor ejemplo de maestro de retórica sofista fue Gorgias de Leontinos 490 – 390 a.C.Sus escritos marcan un antes y un después en la prosa griega. Le acompañó siempre el éito, tanto en sus actividades docentes como en la política. En el 427 llegó a Atenas como embajador de su ciudadpara interceder en favor de sus conciudadans frente al creciente poderío de Siracusa. Los escritos que han pervivido (Encomio de Helena, Defensa de Palamedes, Del no ser) son modelos de oratoria.



En el Elogio de Helena Gorgias trata del poder omnímodo del discurso, pero su capacidad de persuasión no se basa en la verdad sino en el hecho de que haya sido escrito con arte para deleitar y persuadir. La persuasión es posible por las insuficiencias del saber humanao que tiene que confiarse a las vacilaciones y la falta de certeza de la opinión. VIGO



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Para expresar este temor despertado por la hábil inteligencia verbal de los sofistas, los atenienses del momento los calificaban de de deinós o deinotés, un adjetivo que puede traducirse como terrible. Este es el mismo término que en la Ilíada Homero había usado para referirse a las armas, la mirada feroz del adversario, el remolino de Caribdis, los truenos, los leones.


El cuarto factor que motivó la mala fama de los sofistas está en el hecho de que no se limitaban, sencillamente, a enseñar habiliades oratorias sino en su atrevimiento de afirmar que, además, el eje de su disciplina era la enseñanza de la areté. Estamos ante una cuestión que sigue siendo igual de sensible en nuestros días que en tiempos de los sofitas.

Frecuentemente el término areté suele traducirse por virtud, no obstante, en esta acepción su siginifcado a se nos escapa a las personas del presente. En sentido general la virtud, durante el periodo clásico, era entendida como la capacidad de un individuo de desarrollar de forma plena y correcta una actividad, sea cual sea. La viturd del zapatero, de un zapatero dotado de areté hacer zapatos de forma excelente y habilidosa, dominando al máximo su técnica. El problema surgía del hecho de que los sofistas pretendrían enseñar la areté política, virtud directamente relacionada con los valores morales de la sociedad. Es decir, los sofistas pretendían ser maestros capaces de enseñar a forma de ser excelente desde el punto de vista moral. Como señalábamos más arriba, esta es una cuestión que sigue siendo polémica hoy en día ya la enseñanza de valores en la educación pública, es uno de los puntos más controvertidos desde el punto de vista político. ¿Qué se debe enseñar a los jóvenes? ¿Qué interpretación o versión de “buen ciudadano” deben aprender? ¿Cuáles son los derechos de las personas? ¿Cómo deben relacionarse de forma correcta entre sí? En España, ha habido durante años una enorme polémica con una asignatura llamada eduación para la ciudadanía en la que se formaba a los alumnos en edad adolescente en valores como el respeto a los derechos LGTBI o el feminismo, además de cuestiones sobre el racismo y la tolerancia religiosa, que fue negativamente recibida por aquél sector de la sociedad más conservador que prefería que fuesen enseñados valores de tipo cristiano. Desde un lado y otro del tablero de discusión, ambos bandos se acusan de adoctrinamiento, algo que a los sofistas y a los filósofos griegos del siglo V a.C. les habría causado risa. Porque efectivamente se trata de adoctrinar, de aculturar, de educar a las personas. Eso es la educación. El problema no radica en que se enseñen valores, sino en analizar racionalmente la validez y utlilidad social de los valores que enseñana, el nivel de bienestar, paz, comodidad y concordia que producen, así como su origen.

En Atenas los valores aristocráticos y las ideas de origen religioso fueron descartadas por los sofistas, en favor de la utilidad práctica dedicada a la participación democrática. No es de extrañar que, entre los pensadores más conservadores, los sofistas reciban siempre el mayor desprecio.

Además, estaba la cuestión de ser educado moralmente por un tercero. En Atenas, hasta entonces, se consideraba que cualquier ciudadano estaba naturalmente capacitado para orientar moralmente a su hijo. “cualquier noble ateniense pueno con quien se encuentre hará de él un hombre mejor de lo que lo harán los sofistas”. De tal modo que podría admitirse la enseñanza de conocimientos técnicos pero, en ningún caso morales.


Finalmente, principal fuente de la mala imagen de los sofistas, que posteriormente habría de contagiar el pensamiento de los siguientes milenios con su visión, ha sido la obra de Platón. Obsesionado por distinguir a su maestro Sócrates, del movimiento sofístico, Platón dibujó una imagen ridícula, interesada y despreciable de los sofisas.


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A pesar de ello, toda la obra de Platón está construida en torno a los sofistas y sus tesis. De los 32 diálogos platónicos conservados, diez llevan nombres de célebres sofistas o están centrados en hablar de sus enseñanzas y teorías: Protágoras, Gorgias, Hipias menor, Hipias mayor, Eutidemo, Menón, República, Fedro, Sofista y Critias. Toda la construcción del modelo dialéctico platónico, su concepción de la verdad, el bien y la belleza está basada en un diálogo crítico con estos personajes que, en ocasiones, usa como excusa para expresar sus frustraciones respecto a aspectos decadentes de la democracia ateniense y su decepción por los efectos del relativismo en la sociedad.

Finalmente a todo ello se une el hecho de que esta imagen se haya mantenido a lo largo de los siglos ello se ha debido al triunfo de la filosofía platónica fundamentalmente durante la Edad Media, hecho que la transformó en la base doctrinal de la interpretación de los valores morales para las tres grandes religiones monoteístas, fundamentalmente para el cristianismo y el islam. El platonismo y el neoplatonismo y su visión de los valores, su conexión metafísica de la idea de bien, han hecho que durante los siglos, el milenio, en el que se estabilizaron las bases morales de Occidente el absolutismo platónico y su enfrentamiento al relativismo sofista ha sido el canon de una oposición entre la rectitud moral y la depravación. Tan poderoso ha sido este influjo del platonismo que en nuestros días seguimos teniendo una visión muy parecida a la platónica en cuestiones morales y el punto de vista más conservador rechaza el relativismo y es escepticismo. Por tanto, el triunfo de las religiones durante una buena parte de la historia de occidente y su asimilación de la iflosofía platónica como base de su estructura doctrinal explica por qué, hasta bien entrada la Moderniad, la imagen de los sofistas no fue jamás apreciada.


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