Rasgos fundamentales del pensamiento de la Ilustración
¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN?
El periodo ilustrado fue caracterizado tanto por sus representantes como por la
historiografía posterior como el periodo de la luz, entendida ésta como
conocimiento o análisis crítico de la tradición anterior.
En este sentido, la principal tarea de los ilustrados fue la de reflexionar sobre todo el pasado racional de Occidente y someterlo a una crítica o criba con el fin de determinar qué elementos debían ser conservados y cuáles ya no podían formar parte del proyecto progresista que se impusieron elaborar.
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Rasgos fundamentales del
pensamiento ilustrado
De forma general, podemos señalar un conjunto de rasgos generales en esta corriente de pensamiento:
1. El papel activo del sujeto. En tradiciones anteriores a la Ilustración la luz
siempre viene de fuera1 de tal forma que el sujeto de conocimiento tenía
siempre un papel pasivo, de espera. Con la Ilustración comienza a
considerarse que el conocimiento es fruto de un acto de un atreverse a
saber –sapere aude-, esto es, de una decisión subjetiva y activa por parte
del individuo.
2. La primacía de la razón: El humanista Lorenzo Valla distinguió el término
griego “logos” del término latino “ratio”. El “logos” tiene un elemento
claramente comunicativo, indicando que la racionalidad brota en la
intersubjetividad de la comunicación, mientras que “ratio” tiene que ver
con el ejercicio de calcular. En términos históricos la razón es la facultad
que permite llegar a ciertos conocimientos (conclusiones), a partir de
otros conocimientos (premisas), por medio de la argumentación
(principios lógicos). De este modo, la Ilustración es la apuesta por la
razón como forma de mejorar nuestra existencia, de alcanzar el
conocimiento y como punto de partida absoluto para nuestra vida
práctica.
La Ilustración fue concebida, por tanto, como una actitud personal en la cual
ponemos nuestra vida en manos de la razón. Ello implica no aceptar
conocimientos que no vengan avalados por la razón, tanto en el ámbito teórico
(conocimiento) como en el ámbito práctico (acción). Este sapere aude requiere
de un acto de la voluntad, de un acto de conversión a la razón, pero también
requiere una educación adecuada para que desde pequeños se nos acostumbre
a pensar. Por eso, no hay ilustrado que no haya dedicado una parte de su obra a
la pedagogía.
En 1784 Kant redactó su texto ¿Qué es la Ilustración? En el cual la definió de la
siguiente forma:
"Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad
cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad
para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo
es el culpable de dicha minoría de edad cuando su causa no reside en la falta de
entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo
propio sin la guía del de algún otro. Sapere aude! ¡Ten valor para servirte de tu
propio entendimiento! Tal es el lema de la Ilustración."
Apostar por la Ilustración, para Kant, es abandonar la minoría de edad. Una
minoría de edad que es inocente en el niño pero cuando se debe ejercer la
razón, y por cobardía no se ejerce, entonces esta minoría se convierte en
autoculpable. Por tanto, salir de la minoría de edad implica un acto de la razón
que consiste en abandonar la tutela de la tradición e iniciar por cuenta propia el
proceso de definición de los principios e ideas que nos van a gobernar como
adultos.
Para los ilustrados, la razón no depende de las situaciones sociales concretas
sino que es algo que todos tenemos en virtud de nuestra naturaleza humana. Lo
que sí pueden hacer las situaciones concretas es facilitar o no el uso adecuado
de la razón siendo esta la razón por la cual los ilustrados prestan atención a la
pedagogía y abogan por una educación universal. De ahí también el espíritu
revolucionario de la Ilustración, en tanto que intenta acabar con aquello que
bloquea la asunción de la mayoría de edad. De lo que se trata, por tanto, es de
remover los obstáculos que impiden la ilustración del individuo.
Para Kant, vivimos en una época de Ilustración pero no ilustrada. La Ilustración
es una demanda pero no es un hecho. Posiblemente podemos decir esto mismo
hoy, o incluso dudar si vivimos en una época de Ilustración. ¿Acaso somos postilustrados sin haber sido ilustrados?
El bienestar del que hoy gozamos es producto de la Ilustración pero también es
una losa que afecta a la Ilustración. La gran paradoja que hoy podemos ver, pero
que en su momento los ilustrados no pudieron percibir, es que el conocimiento
racional aplicado a la mejora de la vida parece que no ha mejorado nuestra
conciencia crítica. Por otro lado, en el orden del deber ser parece que somos los
más ilustrados pero en el orden de los hechos parece que no avanzamos.
Incluso podemos traer a colación la famosa frase de Goya que dice que “la razón
engendra monstruos”. Si esto es así, ¿estamos ante un ideal posible y
apetecible? También podemos hablar de Ilustración avant la lettre. Tal es el
caso de los sofistas que descartaron cualquier tradición no razonable y buscaron
valerse de la razón como procedimiento de análisis crítico.
En definitiva, parece que la Ilustración tiene una doble dimensión: una
dimensión constructiva y una dimensión destructiva. La dimensión destructiva
es la llamada dimensión crítica que consiste en tomar las riendas de nuestra
vida, lo cual comporta, a veces, tirar a la basura las tradiciones y costumbres.
Esto explica el nombre de “criticismo” que Kant da a su sistema.
LA DIMENSIÓN HISTÓRICA
DE LA ILUSTRACIÓN
Ahora bien, de la Ilustración como proyecto personal pasamos a la Ilustración
como proyecto histórico, esto es, como corriente intelectual que dominó
Europa en el siglo XVIII, de 1688 a 1789. Así, entendida desde la perspectiva
histórica la ilustración es:
1. Una corriente intelectual: es más y es menos que una filosofía. Es menos
en tanto que no tiene un programa filosófico sistemático único y es más
en tanto que empapa todos los ámbitos, desde la filosofía, hasta el arte,
la política o la literatura.
2. Una corriente cosmopolita y paneuropea. Los grandes ilustrados son
franceses pero el verdadero origen de la Ilustración está en Inglaterra con
Locke y Newton. La Ilustración se acaba expandiendo por toda Europa:
España, Italia, Alemania, Rusia.
3. Una apuesta por la razón: en tanto que defensa de la razón como punto
de partida para la realización individual y social. Los ilustrados franceses
son ilustrados políticos que apuestan por la vía revolucionaria: primero la
revolución y luego un modelo pedagógico para transformar al individuo.
Pero los ilustrados alemanes persiguen el camino inverso, primero es
preciso filtrar un nuevo espíritu en la sociedad civil, a través de novelas
de formación (y no de panfletos revolucionarios) que muestren cómo un
individuo se hace ilustrado, para finalmente producir una reforma sin
necesidad de violencia revolucionaria.
En esta línea se sitúan también los ingleses que defienden un sistema más reformista que revolucionario. De hecho, la propia Ilustración comienza con la Revolución gloriosa que permite la introducción de un sistema ilustrado sin necesidad de cortar cabezas o derramar sangre, esto es, sin necesidad de una revolución sangrienta.
Dicho esto, ¿cuáles son los principios de la Ilustración? Al parecer la Ilustración
no aportó nada nuevo sino que ensambló lo que ya había. Pero ¿cómo se
concreta este ideal de la razón? ¿Cómo se llega a una corriente intelectual que
acaba siendo dominante en Europa durante cien años? ¿Qué sucede en Europa
que posibilita que aflore todo esto?
Base socio-económica: entre los siglos XVI y XVII se produce en Europa una
transformación social y económica que implica la emergencia de la burguesía
como clase nueva y portadora de ideas nuevas. La burguesía crea un modelo de
sociedad distinto que dice adiós al feudalismo y se abre al comercio y las
manufacturas con una economía monetaria, provocando la reactivación de las
ciudades y el fin de la base agraria de la economía.
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