Análisis del testimonio histórico ofrecido por Heródoto de las grandes obras bélicas del rey persa Jerjes
Heródoto hace referencia en sus Historias a dos obras de ingeniería militar sin precedentes. La primera noticia se refiere a la excavación del llamado Canal de Jerjes que tuvo lugar, probablemente, en torno al año 484 a.C. Durante mucho tiempo considerado una mera licencia poética de Heródoto o una más de sus exageraciones, la arqueología contemporánea ha podido demo-strar que fue una empresa real y que, efectivamente, como el historiador griego relata, el ejército persa -junto a su cientos de esclavos -excavaron, durante más de 3 años, un paso de 2 km de longitud en la península de Athos, al Este de Atenas.
La razón de tan colosal obra, como indica al comienzo Heródoto, podría deberse a que casi una década antes Darío había sufrido la pérdida de más de 300 barcos y cientos de marinos al intentar rodear la península, teniendo que abandonar la campaña militar, pero también pudo haber sido una maniobra de propaganda para hacer comprender a los griegos el poderío del imperio que se les abalanzaba.
Los estudios arqueológicos sobre el terreno, desarrollados con el objetivo de localizar el canal tuvieron lugar entre 1991 y 2000. Mediante análisis geofísicos y topográficos basados en el estudio de los materiales del suelo, medidores sísmicos e imágenes por satélite, un grupo de científicos grego-brtánico, liderados por Isserlin y Jones, pudieron constatar la existencia de una antigua excavación de 30 m de anchura y 15 m de profundidad, ancho suficiente para permitir el paso de dos trirremes persas, a lo largo de la zona más estrecha del istmo de Ahtos. Hoy en día, el canal se encuentra completamente cubierto de sedimentos, pero la huella de su construcción, exactamente en el lugar indicado por Heródoto, permite hacerse una idea de la envergadura de la campaña de Jerjes.
El puente del Helesponto
La segunda mención de Heródoto habla de una empresa no menos fabulosa: la construcción de un doble puente flotante destinado al paso de las tropas de infantería terrestre desde Asia hacia Europa a través del estrecho de los Dardanelos, conocido en la Antigüedad como Helesponto.
“Y, mientras quienes habían recibido esa ingrata misión cumplían con su deber, otros ingenieros procedieron a tender los puentes, haciéndolo de la siguiente manera. Tras haber abarloado penteconteros y trirremes (trescientos sesenta para sustentar el puente situado del lado del Ponto Euxino, y trescientos catorce para sustentar el otro), que fueron alineados transversalmente con relación al Ponto y en el sentido de la corriente del Helesponto, a fin de que la misma mantuviese tensos los cables; tras haber abarloado, repito, los navíos, echaron al agua unas enormes anclas: las del primer puente por el lado del Ponto, debido a los vientos que soplan procedentes de dicho mar, mientras que las del otro puente las arrojaron por el lado occidental -el próximo al Egeo-, debido al Zéfiro y al Noto. Además, entre los penteconteros y los trirremes, dejaron en dos lugares una abertura para la navegación, con objeto de que el que quisiera pudiese adentrarse en el Ponto a bordo de pequeñas embarcaciones o bien salir del mismo.”
La llegada de las tropas persas por tierra, seguidas de su flota por el canal, hizo que la mayor parte de las polis del norte de la Hélade se sometieran sin mostrar resistencia. Gran parte de Grecia estaba dispuesta a sucumbir y lo habría hecho a no ser por Atenas y Esparta.
“Y por cierto que Jerjes no despachó heraldos a Atenas y Esparta para exigir la tierra por la siguiente razón: años atrás, cuando Darío envió́ a sus heraldos con idéntica misión, los atenienses arrojaron a quienes les formularon dicha exigencia al báratro, y los espartanos a un pozo, instándoles a que sacasen de allí́ la tierra y el agua y se la llevaran al rey. Ésa fue la razón de que Jerjes no despachara emisarios para plantearles su demanda.”
Ante el implacable avance del ejército de Jerjes, las polis que todavía disfrutaban de su libertad comprendieron que era del todo imposible la supervivencia individual. Por ello, los griegos libres se unieron bajo la llamada Liga Helénica, a cuyo mando se puso Esparta. Unidas todas las fuerzas de los aliados, la Liga decidió organizar una doble defensa por tierra y mar: el paso de las Termópilas fue elegido para emplazar las tropas terrestres destinadas a detener a la infantería persa y los estrechos de Artemisio sería el lugar donde los griegos intentarían controlar el avance de la flota persa en el mar.
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