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Atenas y la democracia griega

Actualizado: 29 may 2019

Exposición detallada de los fundamentos y rasgos principales del sistema democrático desarrollado en la Atenas clásica




 

LA EDAD DE ORO DE ATENAS Y LA DEMOCRACIA


 


En el siglo V a.C. Grecia comenzó a vivir una auténtica época de esplendor cuya indudable protagonista fue la polis de Atenas. Esta ciudad se convirtió en el centro de grandiosos progresos en los más diversos y ricos campos como la prosa histórica, la poesía, el teatro, la política, la arquitectura, la ingeniería naval, la educación, la ciencia astronómica, la botánica, la biología, las matemáticas y la filosofía, ambiente que finalmente floreció -rodeado por la situación que menos podría ayudar a su aparición- el nacimiento de la democracia.


Durante la era dorada de Atenas -momento simbolizado de forma perfecta por las perfectas líneas del Partenón-, se establecieron los cimientos fundamentales del modelo cultural y político que prevalecería desde entonces en el mundo occidental.


Nuevos pueblos, nuevas religiones, nuevas teorías se sucederían tras la caída de Grecia, pero su espíritu latirá siempre en el corazón de Europa, un espíritu que sigue vivo en nosotros, aunque no sepamos reconocer hasta qué punto somos profundamente griegos.


 


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Roma fue un espejo cultural y espiritual de su panteón, de sus leyes y de su arte. El cristianismo se forjó en contraposición, diálogo y muchas veces en combate constante con la herencia griega, la filosofía islámica creció al calor de Platón y Aristóteles. El Renacimiento floreció con vigor al calor de los recuerdos clásicos. La modernidad elevó su ciencia matemática, su física y su cosmología recogiendo el impulso y el espíritu empírico y observacional griego. La Revolución francesa se inspiró en procesos y modelos de gobierno creados por los atenienses.

El principio de la época contemporánea significa un grito contra el horror de la decadencia de la cultura occidental que culminará en dos guerras mundiales. Nietzsche, el gran filósofo que abrió el pensamiento contemporáneo fue el que señaló el imprescindible regreso a los griegos para la revitalización del occidente. Los griegos han sido durante toda la historia fuente de inspiración, de admiración y también de revolución.


El estudio del pensamiento griego no es un mero paseo por un museo de fósiles polvorientos sino una forma más de comprendernos a nosotros mismos.

El momento dorado de Atenas se desarrolló entre dos figuras emblemáticas que habrían de inspirar la política de los tiempos venideros: Clístenes y Pericles.




 

LAS REFORMAS DE CLÍSTENES


 

Aristogitón y Harmodio movidos más por los celos que por deseos libertadores, asesinaron a Hiparco, hijo del tirano Pisístrato pasando a la historia como los mártires de la tiranía.

Tras la muerte de Hiparco, Hipias, su hermano que consiguió sobrevivir se hizo con el poder en Atenas iniciando un periodo de represión todavía más dura, hasta que en el año 508 a.C. Clístenes se hizo con el poder llevando a Atenas hacia la democratización de su política mediante una nueva reforma de la división social no basada ya en criterios aristocráticos de linaje ni en criterios económicos, como había sido el caso de la reforma de Solón, sino en criterios racionales que buscaban limitar el caciquismo y llevar a los atenienses hacia la isonomía, término capital que ya hemos estudiado y que no es otra cosa que la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley


En primer lugar, Clístenes ordenó la descomposición de las cuatro tribus o clanes que conformaban el poder político ateniense, ordenando la creación de diez nuevas tribus cuyos lazos no serían de sangre, sino que estarían basadas en el demos, es decir, en la región de la ciudad que habitaran. De algún modo, a partir de ese momento, cada ciudadano pertenecía al barrio en el que vivía y su voz era escuchada por los representantes del mismo y no a un clan aristocrático o económico que ejerciera el poder.


Esta redistribución causó una enorme polémica ya que era enormemente revolucionaria pues rompía los atávicos lazos de sangre sobre los que se había basado la política de todos los pueblos hasta entonces. No obstante, ya no eran las emociones o los sentimientos de pertenencia los que debían regir la sociedad sino la razón y el pensamiento crítico si lo que se deseaba era lograr la justicia social.


La reforma de Clístenes, por tanto, rompió la sociedad de clanes de sangre y riqueza, a menos en lo que hace a su representación política, lo que no es poco decir ya que inutilizó su organización para el control del poder repartiendo este privilegio entre todos los individuos poseedores de la condición de ciudadano.

Un segundo elemento introducido por Clístenes fue la creación de una nueva distribución de los órganos de gobierno y la introducción del sistema de elección por sorteo de sus miembros que buscaba hacer saltar en pedazos el nepotismo, las relaciones clientelares, los tratos de favor y la creciente corrupción que, al igual que en nuestros días, ahogaba la política ateniense también en el siglo V antes de nuestra era.

Además, Clístenes ordenó aumentar el número de miembros que formaba la Boulé o consejo de los ancianos hasta 500, ofreciendo 50 sillas a cada una de las diez nuevas tribus creadas que así serían ecuánimemente representadas en este órgano que antiguamente estaba en manos de los cabezas de las familias aristocráticas.

Ahora el juego político había cambiado completamente. Cualquiera podía ejercer un cargo público, cosa que hoy no nos parece tan evidente. Para los griegos si un individuo estaba lo suficientemente capacitado para decidir con su voto el destino de su ciudad, también debía estarlo para asumir los cargos del gobierno.


Al ser elegido, cada ciudadano era sometido a una auditoría de su riqueza. Sus actividades comerciales quedaban aplazadas y recibía un generoso sueldo por parte del Estado que se cuidaba de que no le faltara nada. El día de las votaciones, todo el mundo recibía el salario de un jornal del propio para que el hecho de votar no les causas perjuicio y para que su voluntad realmente fuera ejecutada en la toma de decisiones.


Tras terminar el periodo de cargo público, los políticos elegidos por sorteo sufrían una segunda auditoría para comprobar que no hubiesen usado su puesto para el enriquecimiento personal. En caso de que fuera así, el castigo era intercambiar su fortuna con la del hombre más pobre de la ciudad.

A fin de evitar triquiñuelas muy predecibles, las auditorías a los arcontes se realizaban periódicamente durante los diez años siguientes bajo la misma pena. La política era un momento para servir a la sociedad que le había permitido al individuo su bienestar, su modelo de vida, su riqueza y su educación. Era el momento para devolver a la comunidad lo recibido y no la ocasión para llenarse los bolsillos… no sé si os suena de algo.

El sistema político y administrativo que gobernaba Atenas no era en absoluto pequeño, sino que hasta más de 12.400 personas formaban parte de él día a día, con sus sueldos y deberes.


Si tenemos en cuenta que en su época de máximo esplendor Atenas llegó a tener alrededor de 300.000 habitantes de los cuales 40.000 eran ciudadanos, el número de cargos públicos vinculados a la política era muy grande.




 

EN BUSCA DE LA JUSTICIA


 

Todos estos enormes esfuerzos que vinieron a contagiarse al arte y la literatura anti tiránica que floreció en Atenas, estaban orientados a una sola meta: la búsqueda de la justicia. Este término, justicia y su complejísimo significado, es el núcleo de las reflexiones griegas durante la época clásica, pero era una orientación heredada desde antaño. En Los trabajos y los días Hesíodo nos dice:


“Para los que dan sentencias equitativas para forasteros y nativos y no se apartan de lo justo, la ciudad florece y los hombres prosperan en ella. La paz, nodriza de la juventud, anda por la tierra y nunca Zeus de amplia mirada les decreta penosa guerra; y nunca acompaña a los hombres de justicia equitativa ni ham­bre ni desgracia, sino que en las fiestas comparten los frutos cultivados. La tierra les da copioso alimento, y en los montes la encina da bellotas en la cima, y abejas en el centro; y lanudas ovejas se han cargado enteramente con vellones; y las mujeres pro­crean hijos que se parecen a los padres; y florecen en bienes incesantemente; y no viajan sobre naves, pues el campo fértil produce grano. “ Hesíodo, Los trabajos y los días, 225-237.


Vemos la profunda convicción de los griegos de que sólo un estado sociedad basada en la justicia social puede alcanzar la paz y la prosperidad. La igualdad, la posibilidad de disfrutar todos de una buena vida es lo que genera la hermandad de la que posteriormente emana la estabilidad y la paz. Nos dice Platón:

“... dar a los ciudadanos el sentimiento de que son, en cierto modo, hermanos. Nada hay capaz de fortificar mejor esta convicción que consumir alimentos coci­dos al mismo fuego y compartidos en la misma mesa: el banquete es una comunión que realiza entre los co­mensales una identidad de ser, una especie de consan­guinidad.” Platón, Leyes, 680e-681a

Y, más tarde en la Política, Aristóteles subraya la esencia del espíritu político griego:

“En todas partes la sublevación tiene por causa la desigualdad. Ya que en general se sublevan aquellos que buscan la igualdad.”Aristóteles , Política, 1301b 26-41)

Quien no lo quiera comprender, 2500 años después, que no lo comprenda, pero esta es la esencia y el logro más alto de la civilización occidental que, con todos sus errores, con sus atroces crímenes y aberraciones, guarda y seguirá guardando, si lo cuidamos y comprendemos, este legado griego en su seno

No faltaron detractores a este nuevo sistema como el llamado viejo oligarca, autor anónimo que pudo haber sido el propio Jenofonte, que escribió un duro panfleto antidemocrácio.




 

ESCLAVITUD


 

No obstante, todas estas ideas de libertad e igualdad chocan abruptamente contra un hecho incuestionable cuando miramos más de cerca la Atenas clásica ya que se trataba en verdad de una sociedad esclavista que sostenía su riqueza y su poder sobre unos porcentajes aberrantes de esclavitud. Más de un tercio de los 300.000 individuos que la habitaban eran esclavos. Las mujeres, rucas o pobres no tenían voz ni voto y los extranjeros (los metecos) muchas veces prósperos negociantes tampoco.


¿Cómo podemos hablar de grandeza cuando estamos ante una sociedad que sostuvo su arte, su filosofía y su política en la mano de obra esclava?

El estallido de la Guerra del Peloponeso, es decir del absurdo y calamitoso enfrentamiento entre Atenas y Esparta hizo que algunos de los proyectos impulsados por Pericles no se llevaran a cabo, siendo uno de los más importantes la abolición de la esclavitud extendida y practicada en todo el mundo conocido.


Si bien Atenas no llegó a abolir la esclavitud, llevó a cabo medidas absolutamente únicas para humanizar la condición de los esclavos. Algunos de los documentos más interesantes para comprender su situación no provienen de los promotores de su libertad, que podríamos ver como exagerados difusores de propaganda, sino que es mucho más interesante acercarse a los detractores, a aquellos que consideraban una locura inaceptable su abolición.



Así, el Viejo oligarca, autor de un libelo antidemocrático del siglo VI nos dice:

“Los esclavos y los extranjeros gozan de muchas licencias en Atenas; el pueblo libre no va mejo vestido que los esclavos y no tiene un aspecto más respetable. En Atenas a los esclavos se les permite vivir con lujo y a veces tener gran posición… los eslavos reciben dinero por sus servicios. Hemos puesto a los esclavos en pide e igualdad social con nuestros libertos.” Constitución de Atenas cap. I


En la República, el gran Platón, uno de los furos más maduros de la Atenas clásica y un regalo que este pueblo concedió a la humanidad junto a Aristóteles, nos dice: “El colmo de la libertad se alcanza cuando los esclavos son tan libres como los que los han adquirido… y ¿cuál es el efecto de todo esto? Que los corazones de los ciudadanos se vuelven tan sensibles que se irritan a la simple vista de la esclavitud y no toleran que nadie sea sometido a ella ni en sus formas más benignas” Rep.. 563d “Una vez que el pueblo ha gustado el vino embriagador de la libertad, hasta la vida privada es penetrada de libertad. El esclavo es tan libre como el dueño. Rep. 557bss

Y Aristóteles, en la Política 319b 20 también dice que el propio de los sistemas democráticos dar libertad a los esclavos y permitir que cada uno viva como quiera.



 

FILOSOFÍA Y ARTE


 

Los muros, las columnas, los capiteles, el oro que decoraban las estatuas, todo ello ha caído, ha sido expoliado, tragado por la tierra u olvidado. Pero hay algo que fue creado en el periodo dorado de Atenas que no ha sufrido ni un ápice el paso del tiempo. Ninguna grieta, ni un solo rasguño. ¿Qué puede ser?

Las palabras escritas, los libros, tratados y poemas escritos por los atenienses del siglo V han llegado indemnes hasta nosotros. Darse hoy un paseo por la acrópolis es algo tan emocionante como descorazonador. Las ruinas de la gloria de antaño hacen difícil reconstruir su brillo, pero si uno se sienta en una esquina del ágora y abre uno de los diálogos de Platón, entonces de pronto, ante sus ojos, toda la vida, todas las voces, las risas, la agitación de Atenas vuelve a la vida.

Uno ve pasar delante de sus ojos a Sócrates, a los matemáticos Timeo y Teodoro, algeneral Alcibíades, a Fedro y a Fedón camino de un gran banquete en el que el saber, la ironía el ingenio y el humor resbalan inmortales por sus páginas.

Si queréis oírles de nuevo, sin sentir el desalentador paso del tiempo os recomiendo nuestros cursos sobre la filosofía griega en los que no sólo leemos algunos de los textos más bello, relevantes e influyentes de la filosofía sino que gozamos igualemtne con la poesía y el teatro griego.


Sócrates y la sofística: dos enfoques para la ironía y el gran giro antropológico analiza el momento central de esplendor de la época de Pericles, la búsqueda de la justicia, el influjo de la retórica y la manipulación en la política y el comienzo de la visión atropocéntrcia de la filosofía.


Como no podía ser menos, dedicamos dos cursos completos a Platón, aquel pensador del cual se dijo que toda la historia no eran más que notas al pie de página a su obra. Afirmación, os aseguro, que no exagera un ápice. Su desbordante genio, atrapado en sus diálogos llenos de vida y energía nos llevarán a venos a nosotros mismos en sus obras. Nadie ha sabido preguntar mejor al ser humano que Platón.


Finalmente, el ciclo de la filosofía clásica y de la propia época clásica griga finaliza con Aristóteles, un macedonio que llegó a ser el maestro de Alejandro Magno aquel que transformó grecia en un imperio y que dispersó las semillas de todos estos ideales por todo el mundo concoido.




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