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Aristóteles: estratificación de los elementos

Explicación detallada de la teoría aristotélica de la estratificación de los cuatro elementos



 

Estratificación de los elementos


 

Los elementos aristotélicos no sólo son decisivos para explicar los diversos tipos de movimientos que pueden experimentar los cuerpos sino que, además, resultan capitales para determinar o delimitar el espacio.


El fuego y la tierra son los referentes últimos mediante los cuales se establecen las dos direcciones primeras del espacio –el arriba y el abajo– que no son relativas a la posición del observador sino que pueden definirse, según Aristóteles, en términos absolutos. “[…] en la naturaleza cada una es distinta, independientemente de nuestra posición, pues el arriba no es una dirección casual, sino donde son llevados el fuego y los cuerpos ligeros, y de la misma manera el abajo tampoco es una dirección casual, sino adonde son llevados los cuerpos pesados y terrestres, de manera que ambas direcciones difieren no sólo con respecto a la posición, sino también por un cierto poder” (Fís.IV 1, 208b15-25).



 

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En lo que respecta a las otras cuatro dimensiones del espacio consideradas por Aristóteles en su física –el delante y su opuesto, la derecha y la izquierda– los elementos también juegan un papel fundamental ya que su estratificación explica la esfericidad de la Tierra y ésta, a su vez, la posibilidad de hablar, en términos absolutos, de una derecha y una izquierda del universo, de un delante y de un detrás (DC.II 2).


Los elementos –y los cuerpos por ellos compuestos– se distribuyen en estratos diferenciados dependiendo de su gravedad o levedad. La tierra se agrupa en torno al centro del universo que constituye un punto equidistante a los límites externos de la esfera. Por encima de la tierra, se sitúa el agua sobre la cual se distribuye el aire en círculos concéntricos. Finalmente, el lugar natural del fuego es el más elevado, es decir, la región inmediatamente contigua al círculo de la Luna. Esta distribución configura una esfera que constituye, propiamente, la región sublunar del cosmos.


En dicha esfera, recibe el nombre de “longitud” la distancia que existe entre sus polos, siendo uno el de “arriba” y otro el de “abajo”. La zona que Aristóteles denomina “costados del mundo” está formada por la región que queda fuera de los polos. El lado derecho del mundo está determinado por el principio de la revolución del cielo de donde surgen los ortos de los astros mientras que el izquierdo es aquel por donde tienen lugar los ocasos.


Fuente: Minecan, Ana Maria. C, Fundamentos de física aristotélica, Antigona, 2018.

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