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Centro de Estudios Filosóficos

ALÉTHEIA

Clase 14: El intelecto (Noûs)

y la razón del mundo

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Como acabamos de estudiar, Anaxágoras había descrito en su teoría una naturaleza construida a partir de infinitos elementos u homeomerías y una única fuerza. Analizados ya los rasgos de la materia, toca conocer de cerca esta nueva fuerza que no se parece en nada a lo que hemos estudiado hasta ahora, ya que, según Anaxágoras, no estamos simplemente ante un fenómeno natural, sino ante una entidad inteligente.

Es, por tanto, la primera vez en nuestro viaje por el pensamiento griego que nos encontramos con una inteligencia ordenadora actuando en el mundo físico, una nueva fuerza que fue conocida por la tradición como el Noûs de Anaxágoras.

Estudiaremos, en la primera parte de esta sesión, la etimología del término y el sentido que Anaxágoras le ofreció en su sistema así como la presencia de esta idea en las posteriores corrientes metafísicas de la filosofía.

Pero... ¿por qué introdujo Anaxágoras esta extraña entidad? ¿Por qué necesitó infringir la regla de la homogeneidad entre la causa y el efecto introducida por Tales y postular una fuerza sobrenatural para explicar la realidad?

En una física simple como la de Empédocles, con sólo cuatro elementos y dos fuerzas en un tiempo infinito, tarde o temprano acabarían surgiendo todo tipo de mundos, todo tipo de combinaciones, incluida una configuración que tenga las características precisas del nuestro.

Es decir, la belleza y la rica complejidad intrincada del mundo natural que podemos contemplar es fácil de explicar en una física que cuente con un número limitado de elementos. En cambio, en un cosmos como el de Anaxágoras, formado por un número infinito de homeomerías, puede que jamás se alcance la combinación actual. Y ello porque a pesar de que el tiempo sea infinito, las combinaciones de los elementos también lo son, de tal forma que jamás se podrán agotar todas.

En este sentido, para Anaxágoras, si nosotros ahora mismo estamos aquí, es porque de algún modo las infinitas posibilidades se han organizado para que lleguemos a existir. La interacción azarosa no puede garantizar la formación de un cosmos, de un universo estable con plantas, animales, océanos, montañas... y seres humanos.

Es necesario que algo haya forzado las cosas, que algo haya ordenado las homeomerías de las poquísimas, concretas y muy específicas maneras en que éstas deben organizarse para poder dar lugar a este inmenso sistema, tan complejo e interconectado que nosotros llamamos naturaleza.

Dedicaremos la segunda parte de esta sesión a analizar con detenimiento todas las propiedades y funciones del Noûs, así como su extraña naturaleza inmaterial que permite, tal como señala el propio Anaxágoras, el gobierno de todo lo real.

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