Nos toca ahora dejar atrás la belleza de las cumbres volcánicas de Sicilia y los cuatro elementos de Empédocles para volver por un instante a la cuna de la filosofía, a Jonia, concretamente a la polis de Calzomene situada muy cerca de Mileto, donde en el año 500 a.C. nació Anaxágoras.

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Apenas sabemos nada de los primeros años de vida de Anaxágoras ni tampoco de su formación aunque estando tan cerca de la fuente, seguramente bebió de la filosofía milesia. 

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Lo que sí sabemos con mayor certeza es que en cuanto Anaxágoras tuvo edad para viajar abandonó su ciudad natal para instalarse en la más cosmopolita y brillante de las polis griegas: Atenas. Y éste no fue un momento cualquiera para nuestra historia porque el instante mismo en el que Anaxágoras llegó fue aquel en el que, por primera vez, un filósofo pisaba la tierra que se convertiría en el símbolo eterno de la filosofía.

La ciudd de Atenea y la filosofía se encontraron, entonces, por primera vez.

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Durante su tiempo en el corazón de la Hélade, Anaxágoras estableció una estrecha y relevante amistad con Pericles, strategon de Atenas y principal protagonista de la célebre democracia ateniense.

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Tan importante fue la amistad entre Anaxágoras y Pericles que numerosísimos historiadores, comentaristas y pensadores han reflexionado profundamente acerca del poder de Anaxágoras sobre las ideas de Pericles.

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¿Fueron los ideales de Pericles influenciados por la nueva filosofía?

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La formación filosófica que Anaxágoras proporcionó a Pericles fue capital para su visión del gobierno y determinó el rumbo de esta célebre sociedad. Fue tal su relevancia que dedicaremos la totalidad de esta sesión a leer y analizar los fragmentos de las Vidas paralaleas de Plutarco en los que se detallan los nuevos vínculos que comenzaron a florecer entre filosofía y política.

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